Y yo digo que ojalá.

Bueno, pues unos señores de un periódico británico que ha dejado de imprimir en papel hace poco y que es muy famoso Robert Fisk por sus reportajes de Oriente Medio y total, mira para decir qué gilipolleces ha quedado esta gente; dicen que Mariano va a “quitar la siesta” para que la jornada laboral baje “dos horas”. Ya comentamos someramente de qué va eso de “salir antes”, pero no me resisto a dar mi visión sobre la perspectiva INTERNASIONÁ. Aydeverdá, que si se piensan que somos unos vagos no me van a dar una beca FULBRÁIT y no podré ser como los yanquis que no paran para comer porque tienen Soylent y/o se comen un sándwich –y decir sándwich es ya asumir que comen bastante más sano de lo que realmente comen; si comen- delantelordenador. Qué maravilla. Antes muerto y desnutrido que que me llamen vago, por favor.

Porque la parte más “divertida” no es la prensa internacional diciendo cuñaladas, son las ventajitas de conocer bastante bien el medio y las condiciones en las que se trabaja y el clickbait y que me dé la puta risa floja con que sin periodismo no hay democracia ni seguro médico privao; la parte más curiosa es la del ESPAÑOL INDIGNAO, endevé, que nos dicen que no trabajamos, que vamos vestidos de toreros y salimos con sombrero mejicano a la calle. Que somos unos vagos. PUES ES LO MEJOR QUE TE PUEDE PASAR. La mejor inversión de futuro en España en la humilde visión de DeC es que, realmente, piensen que eres un vago y se lleven la pasta a otro sitio -si total, ya se la llevan, ¿o no has visto las noticias esta semana?-, porque si no vas a ser una colonia toda tu vida. Y ya tenemos la hipoteca de tener que cargar con los herederos ancestrales de la nación española y sus mierdas, que son las mismas cuatro familias desde hace siglos, así que no necesitamos que venga nadie más a invertir en franquicias de Yogurlado ni a “internacionalizarse” (la semana pasada conocíamos también la otra cara de la internacionalización, la internacionalización pobre). Que sí, que a los esclavos sale mejor importarlos, no es “una oportunidad”. Que lo han dicho hasta en Mariló. Así que no solo no indignación sino APOYO ABSOLUTO desde estas líneas a que se diga que la siesta dura seis horas si hace falta, y nuestro odio más exacerbado a quien quiere presumir de europeo y eficiente, que este país de catetos no me merece; que vamos, está Europa ahora como para presumir. A mí la siesta no me interrumpe el trabajo. El trabajo me interrumpe la siesta, que es distinto.

En fin, que ojalá cuando a un jubilao de estos le dé el soroche en Torrevieja y ya estén metidos en pleno Brexit –DeC vota sí a que no os vayáis a Bristol a hacer el tolái- podamos decir, HOYGA, PERO CÓMO LE ÍBAMOS A ATENDER SI ESTÁBAMOS EN HORARIO DE SIESTA, ¿ACASO NO LEE USTED LOS PERIÓDICOS DE SU PAÍS?

Bonus conciliación bolivariana. En DeC damos nuestros dieses

También esta ecstraña semana conocíamos que Maduro ha dado fiesta los viernes “para ahorrar”. A muerte con este señor. Primeramente, porque si eso es así desaparece la infecta noción de JUERNES de nuestro vocabulario, igual que nadie dice VISÁBADO. Y segundo porque yo personalmente tengo jornada intensiva el viernes y a las 8 de la mañana entrando por la puerta parezco un figurante de The Walking Dead.

Además, que siguiendo la denominable “doctrina Chenche” en la cual la izquierda debe de ser definida por sus fines y no por sus medios –que es una de las razones que dan para instaurar los complementos salariales y nos paguemos los sueldos de nuestros propios impuestos sin que el empresaurio tenga que hacer nada aparte de ir ganando poder así en general; no sé, voy a tener que pensar o que tienen intenciones oscurísimas o que son córtimers del ala-, y sabiendo que hemos tenido una cumbre del clima en París de estas con mucho boato pero que luego nunca pasa nada –y me flipa la candidez de algunos ecologistas con estas cosas, sinceramente- porque EL FIN es de hecho que NO PASE NADA; la medida de Maduro queda como plenamente socioliberal. Ecología, ahorro -que hay que cumplir el déficit- y conciliación familiar all in one, no sé que hace Tinder Sánchez que no está firmando esto ahora mismo. Si los ‘países desarrollaos’ ™ han quedado que esto del cambio climático es importante, y los medios dan igual, ¿a ti que cojones te importa si eso se consigue NO TRABAJANDO o de otra manera? Si lo que importa es el fin, ¿no? Si lo que importa es el fin sin medios, pues toma fin, moreno. ¿O esta mierda solo aplica cuando los motivos –autorregulación aunque nos sobre vs. gestión de la escasez bolivariana, ikastola norcoreana- por los que se hace uso de estos medios para buscar aquellos fines responde a tu narración completa de la historia? Que luego también hay que explicar si la escasez es por producción o distribución. Pero bueno, esto ya es una vieja historia.

venezuela

El redactora de esta pieza, ya con pie y medio en El Español.

PD: He recibido la aterradora cifra de CERO EUROS de Venezuela por escribir esta pieza pero si tenéis algún contacto con la embajada, ruego me lo hagáis llegar. Que mi tiempo vale dinero también.

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Pero no solo eso: Mariano también dice que vas a poder teletrabajar. O sea, tenemos un número rampante de peña que tiene que estar pegada al móvil las 24 horas precisamente porque no sabe cuándo van a llamarle para currar y a lo mejor le llaman y no coge y pierde pasta -¡o peor, no le vuelven a llamar jamás, por falta de compromiso!- y dice este tolái que como medida revolucionaria va a proponer el teletrabajo, o sea, transferirte a ti las facturas de la luz, del internete -vale que te ahorras el atasco matinal- y, con la excusa de que estás en tu casita en pantuflas, básicamente no vas a tener horario laboral porque ¡todas las horas son laborables! Joder, que vea el anuncio de McDonald’s con el niño, el padre, el abuelo y el Scalextric o algo, que del trabajo ya nadie «sale» porque una de las funciones de tu trabajo consiste precisamente en estar localizable en cualquier momento. La ubicuidad va incluida en el sueldo de mierda que tienes, sí.

En DeC estamos cansados porque estamos convencidos de que la prensa que tiene que fiscalizar a este tío, los sindicatos, etc, saben perfectamente que si Mariano realmente quisiera que la gente saliera a las seis de la tarde no hubiera aprobado, entre otras cosas, una reforma laboral para que tu oficina fuera el reino de taifas de tu jefe. ¿Por qué cojones se siguen cubriendo estas declaraciones, y más los periodistas, que cobran una puta mierda y son los primeros que saben de sobra que en la puta vida van a salir a las seis de la tarde? Aparte, que esto es una gilipollez. Si no puedes hacer efectivo cobrar las horas extras porque tienes miedo al paro, a ver con qué arrestos vas a poder exigir salir a las seis de la tarde. El empleo no es una cuestión de ajustes horarios. Va mucho más allá, y precisamente como va mucho más allá, la envergadura de una medida como «salir a las seis de la tarde» es la misma que la obligatoriedad del reposapiés. Y como no tenemos empresas sino reinos de taifas, primero que dudo que se apruebe, y segundo que segurísimo que no se va a cumplir, igual que esa medida maravillosa que traen día sí y día también en los programas electorales y que demuestran lo mucho que les importa el empleo a esta gente, y que dice que «se prohibirá la concatenación de los contratos temporales». No, a ver, pabos, esto está prohibido ya, lo que pasa que no se cumple precisamente porque a los que no lo cumplen no les pasa absolutamente nada. Por no hablar ya de los «hábitos y usos por encima de la ley» que predominan en las empresas, vamos, lo que está bien o mal visto. ¿Se iría cualquier currito a las seis de la tarde por muy puesto en la ley que estuviera, si no se fuera el jefe a esa hora? Pues por supuesto que no, porque ya es tal la impunidad que «no vaya a ser que el jefe se enfade y me eche». Porque puede. Y aunque tengas razón, no vas a embarcarte encima en un proceso judicial, claro. Te joden y encima hay que demostrarlo. En este mundo vivimos, en el que lo que diga un soplapollas en una oficinucha de su propiedad vale más que cualquier legislación. Tela.

A ver, por enésima vez, que no. Que no. Que no queremos MEDIDAS ni REFORMAS. Que aquí no es que haya una ausencia de ideas o reglamentos. Y que encima tengamos que escuchar que «es que el huso horario y a los españoles que nos gusta mucho la vida en la calle y el terraceo» cuando la realidad es que hay gente currando hasta las ocho y las nueve de la noche, y no por gusto, sino porque hacen el curro de tres personas cobrando lo de media. Y para eso no hay legislación. ¿O qué pasa, que quieres quedarte en la calle? Deberías dar las gracias de tener trabajo. Ya verás a tus amigos o a tu familia, no sé, cuando se mueran o así.

PD: Ya escribí sobre la estafa de la conciliación laboral aquí

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Hace ya un par de añitos la familia Mittal casó en Barcelona a la sobrina del propietario del emporio Arcelor Mittal en un bodorrio inmensamente cuñado con mil invitados que incluían a jefes de estao, peña de Bollywood, Mas y Trias. Una boda de cuatro días para la que se movilizó a fuerzas de seguridad, a buena parte del sector hostelero, se cerraron lugares públicos como el MNAC, y nada, como eran poca gente y eso, encima de todo pedían confidencialidad: «Los súper jefes nos están diciendo que la familia ya ha expresado sus quejas porque se está hablando de la boda en público y se trata de un acto privado», comentaban desde el Ayuntamiento. Pero tampoco tuvieron cojones, si es que estaban tan molestos, de llevársela a otra ciudad, que para eso estamos en un país en venta y al final somos baratos. Pueden pedirlo todo y se les da, una cosa y la contraria, y se les da. Y para eso están nuestras ciudades: para que esta gente se compre bloques de pisos enteros para luego alquilarlos por habitaciones en AirBnB –¿os acordáis de cuando esto era colaborativo? LEL-  y para sus bodas y sus mierdas.

Cuento esto porque, después de que hace unas semanas se paralizara la producción en la Acería Compacta de Sestao -la planta en la que se concentró gran parte de la acería del País Vasco tras la reconversión industrial de los 90 y los cierres de Acenor, Altos Hornos de Vizcaya y demás-, el pasado martes Arcelor Mittal, propiedad del tío de la novia de la historia de arriba; también anunció el cese de su actividad en Zumarraga. Ya estaba esa misma tarde la consejera de Desarrollo Económico y Competitividad, Arantxa Tapia, compareciendo ante la prensa de urgencia. Luego empiezan las reuniones de no te vayas todavía no te vayas por favor, luego la preocupación porque ‘esto se veía venir y al final ha venido’. A mí me ha dejado de doler, porque es lo de siempre, es una trampa. El prohombre que qué bueno es porque da trabajo a toda una comarca (de verdad, ¿a nadie le chirría que una sola persona tenga tanto poder concentrado, no AUNQUE trabajen todos, sino precisamente PORQUE trabajan todos para el mismo tío?) y que pasa a ser un villano cuando se marcha. Cuando se van a conseguir 3.000 empleos directos y ochocientosmilmillones de empleos indirectos y ‘prosperidad’ y ‘desarrollo’ dependientes de una sola persona, voz de alarma, por favor. No le dejéis maniobrar. Porque como llega, se pira. Y no aprendemos. Con que quede claro que el problema no empieza cuando se van, sino con el mismo hecho de que lleguen -o de que hayan nacido entre nosotros-, me doy por contenta. Pocas escenas me imagino más dantescas que el hombre que hasta hacía poco estaba negociando reducir algo la jornada o ‘mejorar condiciones’ pidiéndole ahora al tío que ponía eso difícil que, por favor, como está pasando en Sestao, se trabaje, al menos, los fines de semana. Porque estos giros nos enseñan, con razón, la trampa del mercado de trabajo. ¿No queriáis reducir la jornada? Pues a eso, los jefes, también con razón, pueden contestar: “ahí lo tenéis, la jornada completamente reducida, a cero”. Por estas cosas es tan importante desvincular dinero de trabajo. 

Bueno, no, perdón, sí que se me ocurre una cosa más dantesca. Imaginemos que surte efecto la movilización, el notevayastodavíanotevayasporfavor y la reunión que tienen hoy martes, en la que el Gobierno Vasco le va a presentar a la empresa un plan de viabilidad. Que esto ya son las risas máximas. O sea, «amenazas» con pirarte y te pone el Gobierno Vasco a unos funcionarios -que habrán estado sudando la gota gorda durante una semana para escribirlo- para trazarte un plan de empresa, sin necesidad de que pagues nóminas a una consultoría. ¡Y

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¿Le vais a pedir algo a este tío? ¿Con ese flequillo?

todo gratis! Hay una cosa más dantesca que es cuando decimos que ganamos, porque en general se descojonan. Que ganamos, tú. Que hemos ganao la huelga, que la fábrica se queda porque hemos hecho aquí unas manifestaciones. Que te van a seguir robando la plusvalía a ti en vez de a unos asiáticos. Tengo el mismo alegrón que cuando me toca una despedida de soltero en un avión de Ryanair. Ganamos, por los cojones ganamos. Se quedan, se quedan porque te has humillado hasta el final y ha venido el Gobierno a darles un plan de empresa y terrenos y pasta gratis para que no se vayan. Menos mal que ellos crean la riqueza, que si no, visto así, me da a mí me da que se la estamos regalando nosotros. Y negocia el gobierno, y hablamos nosotros los trabajadores, y usamos irremediablemente su lenguaje: la fábrica es ‘competitiva’, como si no fuera usar ese ‘competitiva’ el mejor regalo que puedes hacerle al Mittal, el regalo del marco interpretativo, el de estamos todos a una. A ver, que a este tío LE SUDA EL NABO si es ‘competitiva’ o no la fábrica. Lo que él sabe es que él puede extraer más con menos pegas en otro lado. El grado de competitividad no lo puede establecer el gobierno, la establece el margen de beneficio que a él le salga de los cojones, y mientras cualquier país le ponga minions a su disposición para lograr ese beneficio creciente, pues palante. Es el problema, como explican aquí, que plantea cualquier lógica capitalista: el de la imposibilidad práctica de parar y quedarse en un tamaño óptimo, porque la fábrica no se levantó para dar riqueza a la comarca -los trabajadores son un instrumento/lo que ellos consideren óptimo o suficiente es irrelevante-, se levantó para dar beneficio a un accionariado que no vive en la comarca. Siempre van a querer más, y no es que siempre vayan a querer más, es que el arma para que consigan más siempre vas a ser tú; y si no va a ser otro, da igual. Nosotros, que tan dignos nos ponemos pidiendo que no se vayan, somos los deslocalizados de otros. Años 70 o así: pancartas en las ciudades estadounidenses pidiendo que no se llevaran la producción a España. Mirémoslo desde una óptica socioliberal. ¿Vamos a privarles de esa ‘prosperidad’ que, decís, ha traído esta fábrica -dejando de lado accidentes laborales, muertes prematuras por inhalaciones y demás cosas que solemos dejar de lado y no deberíamos- a otras partes del mundo? La rueda del daño -de la prosperidad, dicen- ha sido siempre esa y seguirá siéndolo. 

Cuando paró Sestao, José Antonio Díaz Alday, en su columna Calvario de acerocomentaba un par de cosas interesantes: la primera, que antes de que pasara lo de aquí, el gobierno francés ya había tenido un problema parecido en la localidad de Florange, «que supuso un duro enfrentamiento con Hollande y su ministro de Recuperación Industrial, Arnaud Montebourg, quien acusó al empresario angloindio de mentir y chantajear al Estado, amenazó con nacionalizar (Esto es mío: amenazar con nacionalizar, ojo a este constructo. Es como si un sábado por la noche te amenazan con ligar) la siderurgia y llegó a decir: No queremos que Mittal siga en Francia. Pero el multimillonario terminó ganando la batalla». Como prueba de para qué sirve un gobierno -de la capacidad de incidencia que tiene incluso estando plenamente en desacuerdo con lo que se está haciendo en el territorio que se supone, gobierna, porque aquí nos encontramos sorpresivamente con uno de los escasos momentos en los que los intereses de gobierno y multimillonarios no coinciden- ya es suficientemente ilustrativo, recordadlo la próxima vez que os digan que «mi abuelo murió por el voto» y tal, y les decís de mi parte que el voto por el que murió tu abuelo no es el mismo tipo de voto -en el fondo por lo menos- que el voto actual. La segunda cosa interesante es una afirmación de un sindicalista de la planta de Florange, que definía a Mittal como “un pachá arrogante que cree que los trabajadores somos súbditos y te hace un favor por pagarte el sueldo”. ¿No encaja todo empresario en esta definición? ¿No hay una contradicción y una derrota inherentes al hecho de querer seguir trabajando para estas personas, precisamente por la reducción hasta la asfixia del marco de lo posible y de la movilización realista?

Comentaba algo por el estilo Anna Gabriel cuando le preguntaban acerca del pacto con la burguesía que venía de manos de lo firmado con Junts Pel Sí. Solo que cuando ganamos y firmamos con Mittal, o firmamos con los de la Seat o con otras de esas grandes empresas maravillosas porque al ser grandes de repente tenemos un mayor poder de negociación que si te tienes que enfrentar tú solo con el dueño de recambios Paco; ya no estamos en los 60 y firmamos con un cuñado franquista con cuatro empresas más o menos grandes en territorio estatal, firmamos con multinacionales que resulta que mitigan tu supuesto poder de negociación de empresa grande haciendo valer que eso, que son una empresa grande, y como son una empresa grande, pues me llevo el Scattergories. Tú no puedes deslocalizarte, ellos sí. Así que no, Gabriel te lo explica, no se gana, se pacta. Y pactar ya me parece un demasiado generoso para describir ciertas situaciones.

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Así que siempre que hay un ‘conflicto’ voy teniendo exactamente la misma sensación: que se llama ‘victoria’ a cosas como no irte al paro, lo cual es mucho decir. Por ‘la dignidad’, ¿pero qué dignidad, si la dejas en la puerta cuando pita la tarjetita de fichar y si te grita el encargado no le puedes contestar porque te mueres, con razón, de miedo de quedarte en la calle?, por ‘los puestos de trabajo’, para que el astillero tenga ‘carga de trabajo’. ¿Orgullo obrero de qué, de morirte por el amianto? ¿De que se muera tu mujer por lavarte la ropa perdida de amianto? ¿De morirte de silicosis? ¿De morirte en el curro, a secas? ¿Orgullo de trabajar para Google? ¿Orgullo de ocupar a cada minuto, adornado de lo que sea, una situación subalterna? Ellos no tienen ningún conflicto, ellos tienen un chollo. El conflicto lo tengo yo cada día que entro por la puerta. La lucha por la industria es la lucha por morir prematuramente. Con todos tus derechos peleados y tal incluso una buena jubilación, pero con un cadáver en casa con 60 tacos, con múltiples afecciones. No hay ninguna ‘dignidad’ aquí.

¿Qué demonios gana una persona que ha pasado más de un año acampada por el conflicto de Coca Cola? ¿La readmisión, el hecho de que el Estado te da la razón, la vuelta a un lugar en el que te tratan como a una mierda? Que luego encima han tenido que pasar un segundo calvario porque su proceso de readmisión fue llevado a la Audiencia Nacional (sí, a un tribunal de excepción). ¿El mejor esto que nada? Hay que tocar todas las teclas, vale, la lucha no es el único camino, OK, y asumimos como propias las circunstancias y desarrollo del movimiento obrero. Sí a todo, pero, ¿qué clase de vida se impone cuando ‘recuperamos un hotel y lo ponemos bajo mandato de los trabajadores‘, o sea, una versión ‘autoconcienciada’ del ser tu propio jefe? ¿Qué diferencia hay, no en la actitud, sino en la resolución del conflicto que señalábamos arriba; el hecho de ser tu propio jefe porque has emprendido, del hecho de ser tu propio jefe porque, hablando mal y pronto, la empresa os ha dejado tirados con un hotel? Por no hablar de las servidumbres de competir contra cadenas hoteleras y de lo cuestionable de un sector como el turismo: “no, pero que esto es de turismo RESPONSABLE”. Venga, sí, gracias. «Autoexplotación como modo de autonomía», que lo llamó Jtxo Estebaranz.

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Creo que falta lo de pedir pan para que la pancarta sea puro 1954. Lo de que esté hecha en Comic Sans ni lo voy a comentar.

Fiar la producción de nada a la competitividad, lo que quiera que esto sea, en vez de a la determinación y cobertura de necesidad, nos va a traer calvarios de acero, de Imasdémási -trabajadores formados en las instituciones públicas cuyos conocimientos son aprovechados para el lucro privado, eso es ‘trabajar de lo tuyo’, sí-, de agricultura, de hostelería, de todo; porque todo siempre se puede hacer por menos dinero poniendo en las espaldas de quien tiene menos oportunidades de defenderse la regulación del coste. Luego, claro, a producir petróleo de más, porque son unos cuñadazos, y a guardarlo cual abuela con el dinero bajo el colchón para venderlo a precio de oro cuando vengan ‘tiempos mejores’. En este caso, los avaros de la producción petrolera no tienen ni sitio para guardarlo. Unos adelantos científicos de la hostia en los últimos cincuenta años con los que se podría librar del trabajo a ciudades enteras y no, tú currando de nueve a ocho porque “está mal visto -super del lenguaje de la competitividad esto, cuidao- irse antes que el jefe”. No es científico, son presunciones de las relaciones de poder. Porque tienen razón, porque pueden. Ya no está la URSS, que deje por favor el movimiento obrero de vivir como si esto hubiera sido alguna vez un país industrializado con un montón de fábricas con miles de millones de obreros que han colgao al patrón alguna vez y que es bueno que las fábricas tengan miles de millones de personas porque se presiona más a la empresa que si tu jefe es un pymero. Pues no, esto no es así: esto es una colonia crecientemente turística, hecha de pequeños comercios con jefes endeudados que tiranizan a sus empleados, con una fuerza laboral desregulada que no sabe ni dónde va a trabajar mañana ni a qué hora, ni si va a trabajar incluso; y tenemos más posibilidades de que consigan -conseguir es un decir- cosas un montón de dependientas de Bershka hartas de los decibelios que soportan en sus tiendas o, como vimos en febrero, unos técnicos autónomos como fuerza de trabajo dispersa con cierta ayuda sindical difusa (grupos de whatsapp incluidos) que no pasa por la afiliación -porque el sindicalismo de concertación ha pasado millas de estas personas-; que asalariados de mediana edad que, de modo más que razonable, están deseando prejubilarse porque están hasta los huevos de todo. Y es normal. Y sin embargo, si la empresa que les ha prometido la prejubilación o la reducción de jornada se va mañana y ni prejubilan ni nada, por favor, quedaros, solidarizaros con esta comarca. Lo dicho, una trampa. La enésima trampa. Seguir en una ratonera ‘con más derechos’.

No, esto ya no es cuestión, lo digo siempre; ni de contratos, ni de modelos productivos, ni del TTIP, ni de los chinos, sino de algo tan básico como que hay un sujeto agente, que siempre son ellos, y un sujeto paciente, que siempre eres tú. Como sujeto agente ellos son siempre proactivos, y tú siempre reactivo. Y si quieres salir de la situación subalterna, tienes que convertirte en uno de ellos. Este mundo lleno de posibilidades en el que gracias a la libertazzz puedes elegir no juntar a tus hijos con inmigrantes en la escuela concertada y elegir entre enjuagues dentales de 17 colores solo deja dos vías en las relaciones laborales (y políticas, y humanas, y todas…): subalternidad vestida de orgullo -como mucho orgullo de no ser como el pachá de Arcelor, y en muchos casos no porque no quieras, sino porque no puedes-; o convertirte en un todopoderoso malo de cuento, de esos que antes eran temidos, pero también eran odiados, y que sin embargo ahora siguen siendo temidos pero tienen ciudades enteras a su disposición, entre otras cosas para las bodas de sus sobrinas; creando riqueza contratando camareros por horas para que sirvan el banquete.

Al final va a haber que contestar al cuñado franquista, al pachá de Arcelor, al de americana más zapatillas de Facebook como Coronado le contestó a Faruq -recordemos, el Juan Roig del Príncipe– en el último capítulo: “les destrozas la vida y encima tienen que darte las gracias”. No queremos “defender los puestos de trabajo”, “ganarles en los tribunales”, “mejorar nuestras condiciones”. Es una trampa. Ganan con eso o con lo contrario, puede que ganen, cuantitativamente más o menos, pero ganan. Ganan cuando deslocalizan aquí y vienen a ‘darnos oportunidades y rescatarnos de la pobreza’ y ganan cuando se marchan porque han encontrado a otros que pondrán menos pegas que nosotros para ser rescatados de la pobreza, porque ya nos hemos desarrollado demasiao y ahora somos caros. ¡Si es el cuento del útlimo siglo y medio, previsible hasta la saciedad! Cuando un cuartel de la Guardia Civil llegaba al País Vasco no se decía “ay qué bien, que seguro que sacan plazas fijas y así tengo un Trabajo Para Toda La Vida (TM)”, se decía “que se vayan”. Pues a estos igual. Que se vayan. Que se vayan y que nosotros pasemos de los mecanismos de defensa y de las estructuras endebles de apoyo mutuo a otra cosa, otra cosa que no está inventada, no hay modelo, no hay Dinamarca ni Venezuela que valgan. No al cuñado franquista, no al pachá de Arcelor, no al de americana más zapatillas de Facebook. No queremos “negociar” y “mejorar las condiciones” gracias a la “lucha obrera”, queremos que desaparezcan de nuestras vidas. Soñemos, pero hagamos.

Publicada el por nai | 1 comentario

El pasado 16 de febrero -sí, este blog no se caracteriza por su inmediatez- estaba yo tranquilamente duchándome cuando de repente los temas de maternidad -un área que no me interesa de primera mano- volvieron a perseguirme, en este caso, en el Hora 25 con Àngels Barceló -mamá, te juro que mañana dejo lo de escuchar la SER, solo el fútbol los findes y porque un amigo es tertuliano en la desconexión local-, de la que no recordaba sus homilías baratas porque a esa hora no solía estar en casa habitualmente. “Otro ídolo empresarial con pies de barro ha caído, y otra vez el dinero y los viajes a Suiza”. Se refería a la trama de Vitaldent (where trama means franquiciados, algo perfectamente legal hasta donde yo sé, que ya cansa el rollo trama y el rollo caso y el rollo escándalo cuando es el modo de trabajo HABITUAL y muchas veces hasta legalmente constituido porque “si no no da dinero”). Una nueva condena a Díaz Ferrán, que encima está como una tapia. ¡Pobrecito! Pero luego saltó al tema de la maternidad tardía, de la INFECUNDIDAD, del DRAMÓN.

El programa empezó con la clásica introducción alarmista-pero-de-sentido-común-a-fuerza-de-tanto-repetirlo-y-de-traer-a-expertos-varios-para-que-tengan-su-cuarto-de-hora-de-gloria-y-les-oiga-su-mujer-en-casa-y-si-no-pues-que-se-escriba-algo-Vargas-Llosa-sobre-un-país-latinoamericano-presto-para-expoliar que suelen hacer los medios del grupo PRISA, que también aplica a otros temas como ¡se acaba la pasta de las pensiones! pero a la vez ¡vamos a vivir una crisis demográfica! Y da mucho miedito salir de casa, pero son siempre miedos FUNDAOS. Toma heredada la temática sobre “mujeres que no pueden cumplir el sueño de acunar a su bebé” que publicaba el diario que de lo único de lo que es independiente es de la mañana, también conocido como El País y que tan bien deconstruyó nuestra Adrastea aquí. “Esta generación es la más infecunda de la historia”, presentaba el tema Ánchels -como contrapartida a la “generación más preparada” o algo así-. Hay que ver, que ni curráis, ni tenéis hijos ni nada. ¿CACÉIS? “Algunas RENUNCIAN por decisión propia y otras por cuestiones médicas”. No soy una experta en filosofía del lenguaje, pero así a priori, las renuncias que he conocido por decisión propia precisamente no suelen ser.

Bueno, la cosa empezó más o menos bien: un par de testimonios de mujeres ya casi en los 40, una que no había querido tener hijos nunca y otra que lo había ido retrasando pero luego que si esto que si lo otro pues que al final nada pero que no lo vivía como un drama, se considera que ha sido la primera generación que ha podido elegir y etc. Entonces ahí interviene Ánchels, con toda la buena intención, para preguntarle a la primera que por qué no lo ha deseado. No sé, imagínate que te preguntan por qué desayunas por la mañana: pues esto es un poco igual. No sé, si puedes contestar a un por qué no con un y por qué sí y viceversa, la pregunta suele ser un poco mierda. Sin acritud.

Luego pasan al primer experto -no me voy a oír el audio otra vez para saber su cualificación exacta, que para lo que nos atañe es irrelevante-, y ahí ya mete mano diciendo que eso de la infecundidad deseada no es muy común, que es el 5% según los estudios, pero que no se puede saber muy bien porque todos tendemos a pensar que en el pasado hemos tomado las mejores decisiones -obviamente, si no, imagino que nos suicidaríamos-. Luego aquí entraría en juego un tema bastante tocho -sobre el que si alguien tiene algún tipo de bibliografía estaré encantada de que me la haga llegar- de cuándo podemos considerar realmente que una decisión la hemos tomado nosotros, hasta qué porcentaje es nuestra decisión y a partir de qué porcentaje lo ajeno hace que la decisión no pueda considerarse enteramente nuestra, un tema recurrente de este blog por otra parte. Después viene lo típico: cuando la simetría de roles es mayor en el hogar, parece que la peña está más dispuesta a fecundar. Tú ya te repartes bien lo de la casa y todo OK. La empresa, qué raro, no se toca.

Entran llamadas de los oyentes. Una cuenta que decidió que “en cuanto consolidara su situación laboral” tener un crío. Me gusto mucho lo de “consolidar tu situación laboral”, es un artefacto parecido a lo de la “empleabilidad”. Subyace que el sujeto paciente tiene cierta agencia sobre una serie de circunstancias que no es que no controle, es que muchas de ellas ni las conoce -por ejemplo, no conocemos las cuentas de nuestras empresas, sus hipotecas, sus compromisos… Nuestra vida en estos lares se rige en mucha medida por conformarnos con no saber, de hecho se premia el mirar a otro lado-. Pero bueno, la mujer consolidó, consolidó, pero ya era un poco tarde, y fue a ver a especialistas, y lo intentaba ahí con el marido y no había manera hasta que llegó el verano, se olvidaron del tema su marido y ella, se relajaron y cuando volvieron las vacaciones pues resulta que estaba embarazada. Y entonces habla otra experta que dice que esto es normal, que el “estrés” influye en la fecundidad, pero se habla someramente de una especie de “estrés por tener prisa” en tener al niño, no de otros “estreses”, me imagino que ya sabéis por dónde voy -asociados a tu contrato, por ejemplo-. El escenario “estar estresado por otros factores que no controlas a propósito de tu trabajo” tampoco: no se contempla. Es un tipo de estrés concreto el que produce la infecundidad, parece.

Y es en este punto del programa cuando viene esa frase de Ánchels que me puto sulibeya. La experta hace una primera aproximación con el lenguaje típico de “un blindaje gubernamental para preservar el derecho de las mujeres a ser madres -lo de la maternidad y el trabajo como derechos yo no lo termino de ver, que parece que estés pidiendo algo; pero eso ya para otro día- y que sea compatible con el trabajo”. Tonces Ánchels suelta: “Claro, es que ¿qué alternativas tiene una mujer que diga tengo que ir retrasando la maternidad porque TENGO precariedad?”. Y nada, luego la experta de turno empieza a hablar de donantes, ovocitos, congelaciones y (agarrarse aquí) la necesidad de dar CHARLAS (¡todo se arregla con charlas, protocolos, transparencia, participación ciudadana y cursos del INEM!) en los colegios y universidades para que la gente tenga los hijos antes. ¡Charlas! Lo malo de ponerme a escuchar la SER es la sensación constante de que se están descojonando en tu cara, la verdad… Por supuesto el tema ovocitos y congelaciones varias, por la privada. ¡Que tu desgracia sirva para que alguien se lucre, mujer, faltaría más!

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«No puedo salir hoy porque tengo precariedad y gripe»

O sea, no es por la pasta, no es por follar, no es por la fama ni las ganas de fastidiar, ni porque la precariedad sea un efecto buscado y blindadísimo -la legislación no blinda al currela, blinda el grado de puteamiento y lo amplía de forma pertinaz porque poh en el paro ehtaríah peor- administrativa y legislativamente, tan blindada está que constituye nuestra ventaja competitiva; no es que el espacio de impunidad empresarial sea como Maracaná de grande. No, o sea, en una sola frase, “tengo precariedad”, la tía va y consigue dos cosas de un plumazo. La primera, la habitual cada vez que hablamos de trabajo: la desaparición del complemento agente, pero la segunda ya es la orgásmica consecución de que la precariedad -y la línea editorial de este blog siempre ha sido que TODO el empleo es precario puesto que no hay control ni sobre la producción ni sobre las circunstancias en que se hace, ni sobre para quién se trabaja, mucho menos sobre la distribución y el desempleo aparece como línea por abajo de chantaje- es una especie de enfermedad, un marrón personal, tener precariedad como quien tiene ladillas, treintaysiete y medio de fiebre, un resacón de la hostia o una mierda que me ha encalomado Ramírez el del departamento de ventas.

Por supuesto, el tema de «problema individualizado» tampoco es nuevo, pero realmente me encantó el combo, conseguir las dos cosas que digo arriba (tu problema+no hay culpables) de una tacada tan breve. Y aquí ya introduzco lo que me interesa: la discusión sobre el umbral de tolerancia y sobre nuestra capacidad de intervención. Todo el enfoque del programa se centra en pensar que el mercado laboral merece retoques mínimos (y basta con que se hable de ellos para que parezca que se hace algo, pero hablar no es hacer), es una especie de selva virgen a preservar tal y como está -¡hay que crear empleo!-, y que si queremos cambios, estos deben  pasar por nuestro cuerpo. Una intervención en el cuerpo de las personas (un donante, un aborto, una congelación de óvulos, un vientre de alquiler) aparece como más deseable que un cambio legislativo, y además hablamos de procesos con los que clínicas privadas se lucran. Lo cultural emerge como natural  y lo natural -la edad de tener un hijo- como alargable hasta la extenuación a demanda de la empresa, con el riesgo que conlleva tanto para madres como para hijos. Por no hablar de esas posibilidades que te dan las empresas, que en realidad no son posibilidades sino que son prescripciones.

Me recordó mucho a algo que leí en Dónde está mi tribu, de Carolina del Olmo, que habla del auge de cosas como la crianza natural como una especie de parche, de premio de consolación, de control de daños ante la imposibilidad de vivir la maternidad de otra manera ahora que estamos encajonados en nuestros pisos, metidos en nuestros curros y es difícil echar mano de redes sociales amplias -y no, una guardería abierta 12 horas diarias no es una red social amplia-, y que por supuesto acaba fagocitada no como nada revolucionario, sino como una mera tendencia de consumo, una manera de vender portabebés de tela: me busco la solución personal porque por otros cauces no hay nada que hacer. Y por supuesto esto es razonable, puesto que la única intención de actuación que hemos visto atañe siempre al tema recurrente de las guarderías y de los permisos. Te sientas cinco minutos o se lo explicas a un crío y ve claramente que liberar a una mujer tiempo para amamantar a una criatura, el hecho de que tenga esa potestad, es una cosa propia de campo de concentración, así que no, igual es verdad que desde las instituciones NO se puede, precisamente porque el umbral de tolerancia con los reinos de taifas-empresas son altísimos y nadie tiene ninguna intención de hacer que no lo sean, mucho menos ningún legislador. Y a esa gente estáis fiando la recuperación. ¿Recuperar el qué?

https://twitter.com/pozuelen/status/687204816884527105

Y es justo al final del programa cuando se pasa más bien rapidito por un par de intervenciones que abordan lo anterior, pero eso, se despachan rápido: una oyente que tuvo a su hija con 35 años y ahora su hija tiene 10 años y dice que ojalá la hubiera tenido antes, que ahora la niña le agota, que ya tiene una edad (se conoce que a esta mujer no le dieron la charla esa de arriba, el tema de que trabajara en un bingo y hubiera días en que salía a las cuatro de la mañana seguramente no tenía nada que ver); y una trabajadora social diciendo que en su curro le sorprendían las altísimas cifras de mujeres que queriendo tener el hijo, habían de abortar por «las circunstancias» (TM) again, no hay actores. Ya aprovecho este último particular para decirles a quienes se manifiestan frente a clínicas de interrupción del embarazo que yo que vosotros, si os preocupa la vida de verdad y en un sentido amplio, me montaba la mani en la puerta de la sede de la CEOE.

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«Si esperáis demasiado acunaréis un Yorkshire». No sé, tampoco tan mala pinta, ¿no?

Ya como autoparodia máxima, resulta que en el Hora 25 hacen una movida diaria de un cuarto de hora llamada ESTARTAPEANDO en la que entrepreneurs varios te hablan de su start-up (de verdad que he tenido que rascarme después de escribir estas dos líneas). Pues nada, justo ese día el invitado era un pabo que había montao una start-up de calcetines, entonces va Ánchels y le pregunta cuáles son las principales dificultades que ha encontrado en su negocio, y va el tío y suelta que en España no hay «cultura del calcetín». Con dos cojones.

Madre mía Ánchels, el dinero negro y los viajes a Suiza. Madre mía Ánchels Díaz Ferrán en la trena y madre mía Ánchels los calcetines. Por relacionarlo todo con la parte central de esta HORA 25 DEL INFIERNO que me tragué casi sin pestañear, a lo mejor la infecundidad tiene algo que ver con trabajar para los del dinero negro y los viajes a Suiza, o con trabajar para el de meter más horas por menos dinero; o incluso con que tu jefe sea una pyme entrañable con un señor obsesionado con los calcetines que a lo mejor no te paga porque dice que está empezando. No son catarros, Ánchels, son personas jodiendo a otras personas, y siendo vuestros anunciantes, que no esperaba nada rompedor de la radio que instauró el ERE de becarios, pero es que ya lo vuestro es un puto insulto diario. Estamos muy cansados de que lo único tipificado como problema sea «la falta de apoyos para seguir trabajando y siendo madre a la vez», y no el trabajo mismo, claro que no esperamos menos de quienes constituyen su identidad, autoridad y ventajas en ser expertos en tal y cual y tener su tribunilla de mierda para disertar. A lo mejor esta historia del reloj biológico es a las mujeres lo que el prestigio de las instituciones a los politólogos y lo que el espíritu de Juanito al Real Madrid: N-A-D-A: no ecsiste y encima sirve para justificar mierdas de todo pelaje. 

A vosotras, qué deciros: pues que construyáis terceras vías, que no apoyéis la misantropía, que habemos gente en vuestro entorno cercano que sin querer tener hijos de primera mano sí echamos de menos el contacto con niños en este mundo de infancias privatizadas y que es un aspecto en el que se puede trabajar; que ante el vaso comunicante trabajo-maternidad (te damos excedencia si tienes un crío/si no tienes crío tienes que aspirar a ser directiva, como si no hubiera namás en la vida), está la opción muy sana de no hacer nada, y que como explica June Fernández , a lo mejor ese sueño, ese deseo -en realidad esa orden- la impone el sistema productivo, el mismo que privatiza la familia y nos impide a los solteros tener un contacto habitual con niños -soy hija única, no tengo sobrinos- y consigue a su vez que las madres cumplan su «sueño», incluso como decía, con intervenciones corporales de toda índole; pero al precio de sentirse tremendamente solas y sin que nadie desde instancias políticas vaya a mover un dedo para que no sigan secuestradas en sus empresas o con miedo de irse a la calle. Con miedo de una cosa y de la contraria. Eso no es vivir.

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Análisis de urgencia de lo nuevo de Lendakaris

El 9 de enero tuve el pleasure and honour de estar en el concierto de regreso a los escenarios tras casi tres años de los Lendakaris Muertos en el DOKA de Donostia El Antiguo. Mi entrada era la 1 del taco y la tengo pegada en la agenda a modo de reliquia. Nos los teloneó el muchacherío de Txorroskilo (a uno de cuyos miembros vi hace poco estudiando en la biblioteca con exámenes de ejemplo para la Selectividad -porque vi el sellito de la UPV-), que la semana siguiente repitió en el frontón del Antiguo -y damos fe de que algún miembro dio el concierto íntegro sin camiseta a mediados de enero-. Luego salieron Lendakaris -en un cambio de grupos que se me hizo eterno-, y luego los Txorroskilo volvieron para cantar conjuntamente Vine, vi y me vendí. La crónica oficial del concierto, aquí. Doy fe de que lo dieron todito (Aitor, el cantante se tiró sobre el público cinco veces, quizá seis), aunque no cantaron El Problema Vasco.

Sin embargo, en esta primera actuación todavía no se había puesto en el mercao su disco nuevo, Cicatriz en la Matrix –el lanzamiento es del 12 de febrero, o al menos ya ese día estaba a nuestra disposición en el YouTube. Pasamos a efectuar la reflexión sobre el  contenido.

Modo Dios/Modo Diosa/Sobredosis

No podemos empezar el análisis de Cicatriz en la Matrix por otro sitio que no sea LAS CANCIONES DE DROGUITAS. Siguendo la senda de ese homenaje a Albert Rivera que es Drogopropulsado, Drogolegas, o la oda al coste de oportunidad que es Gaupasa o Spiz; Modo Dios nos cuenta las escenillas que vivimos algunos y algunas cuando nos dirigimos al WC: Te llaman a filas en el baño/no veo desertores/hay cola de voluntarios. También es la canción que lleva el UOUO en el disco. ¡Ningún disco sin su canción con UOUO! La secuela femenina es Modo Diosa (MDMA). Y Sobredosis, pues eso: «me pico y no respiro» (este chiste lo pillé a la tercera vez de escucharla).

Húngara chúngara

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Podría ser mi cara cuando entro al curro a las 8 los días de jornada intensiva

Canción peligrosa porque el estribillo es muy pegadizo y te puedes encontrar cantándolo sin querer en cualquier lado. Se me hace un poco extraño porque de hecho en el estribillo incluso noto ¿castañuelas? y ¿palmas?, que no asocio con el sonido Lendakaris, pero da igual. Cuenta la historia de la reportera húngara que zurró a un refugiado y su hijo en la frontera con Serbia. Luego la familia de refugiados terminó en Getafe, así que no sé si salieron ganando, la verdad. Mentiría si dijera que no me he reído con Refugees welcoooome/sí pero en mi caaasa noooo.

Troncos, aceros, maderos/Nunca más volverás a aplaudir en un avión/Búscalo en el puto Google

Tripleta de canciones sobre dramas de la clase media: enterarte de que tu padre es poli; los problemas que trae que toda la Umma cosmopaleta se pille el Rayaner como se pilla el Alsa porque el turismo se «democratiza» (qué pupita el tema de que equiparar democracia a consumo, ¿no?); y la del Google, que es para rellenar (sirve también como contestación para amigos pesados).

Y sin embargo te quiero

Es una canción que podría hablarte perfectamente de un votante de Ciudadanos: «yo solo quería casa, carro y mujer; yo quería ser como tú, joder», con unos problemas paralelos a los de Amador Rivas, el cuqui-vividorfollador de La Que Se Avecina. Está bien porque pone patas arriba el concepto de normalidad cuando supuestamente tus sueños de ‘vida normal’ se vienen abajo, como cuando te embargan. Algo que ya analizaron en JetSet Pobre, La Hoz y el Martini o Héroes de la Clase Obrera.

Santísima Clandestrinidad

Maravilla total y absoluta de tema, tiene el handicap de que es bastante local y entendible por solo por vasconavarros -en su día ya hice una explicación de Simpatía por el de Bildu para murcianos, que es un tema con una problemática similar-. Va de un refugiado en Iparralde que se aburre como una mona porque todo está cerrado a las seis de la tarde y «a esa hora en la calle no queda un alma, no me extraña que al final dejáramos las armas«. Habla de la Arcadia vasca con sus concursos de ganado, su euskera ininteligible -esta palabra es muy poco Lendakaris- y sus bertsolaris. Pero mi parte favorita es no aguanto otra pastoral/prefiero estar en la trena/tratarás de asesinar/a Erramun Martikorena. 

¿Pero qué es una pastoral y quién es Erramun Martikorena?

Empecemos por Erramun Martikorena. Es este señor

Y una pastoral es… bueno, una pastoral es una tortura. En ETB 1 (la que es en euskera) las suelen emitir en las madrugadas de Semana Santa -no preguntéis por favor qué hacía yo en madrugadas de Semana Santa viendo ETB 1-. Duran sus cuatro horas fácil, y es una especie de representación teatral pero cantada así como en verso que narra normalmente los episodios más míticos de cuando éramos un reino y demás, Sancho El Mayor y no se qué -aunque luego han hecho cosillas más de la actualidad, pero la TRUE PASTORAL es del medievo-. La movida es que alguna vez me he fijado en el actor principal -que suele encarnar a un rey u otro noble- y muchas veces es EL MISMO ACTOR, o sea, imaginaos el memorión. Me imagino que no trabajará de otra cosa. Y nada, luego hay una explanada que se sienta la gente para verlo, familias enteras achicharrándose al solano en plena semana santa cuatro horazas del ala, la banda, bailes varios y etc. Si queréis información de más calidat, os dejo el enlace de la Wikipedia. Os pongo también un vídeo de muestra, que como veréis en el título pone ‘laburpena’, o sea, resumen; porque ya os digo que esto en realidad de tres horas no te baja.

Así que al final dice que agur, Iparralde, agur, moveremos las caderas con De Juana en Venezuela. Fin

Urrusolo Sistiaga 1 y Urrusolo Sistiaga 2 Superhéroe de barrio conflictivo

La canción más compleja de la historia de Lendakaris seguramente, la estiras un poco y te da para concurso de relato corto, tiene demasiada letra incluso. Si en el concierto de Madrit oís a una persona gritar como poseída cuánto daño, cuánto daño, me hizo la López Riaño, es muy posible que sea yo (ya lo hice el otro día sin darme cuenta de camino al trabajo, estirando los brazos como cuando Agirretxe marca un gol, además). No me mola demasiado la idea de dividir la canción en dos porque lo de superhéroe de barrio conflictivo (saludito a canción casi homónima de Barricada) queda como encajao de mala manera y no, mal. Raro.

Es pota, cerdo

Simpático guiño a Explota, zerdo -del disco RATAS, mejor nombre de disco por siempre jamás-; una de las canciones que llevó a Soziedad Alkoholika a la Audiencia Nacional hace diez años, cuando en Madrid ciudad el enaltecimiento no era méinstrim ni se hablaba de guerras culturales; pero con una temática muy distinta y cotidiana. Llegas a tu casa a las seis de la mañana en Modo Dios -a ver cuándo hablamos del Modo Dios en que llega alguna gente al curro, que siempre hablamos de drogas recreativas pero aguántalos en MD en el curro-, no quieres que te vean entrar y acabas potando la alfombra. Hay una cosa de Lendakaris que está muy bien y se comenta poco, que es la preocupación y aprecio por la feminización de las tareas de limpieza y del hogar, cosa que encontramos en Hotel Familiar «la casa de mis viejos defenderé hasta la muerte, o por lo menos hasta que consigan echarme, tengo lavandería, servicio de habitaciones, solo me botarán con los pies por delante»  o en Cómeme la franja de Gaza «están hartas de limpiar, de parir y de aguantar a Jamás, Alá, Abrahám y Ajmel«. En Es pota, cerdo, se inquiere de modo similar. ¿Qué pasa cuando la alfombra de tu vieja has argomitado? ¿Quién la limpiará? Te puedes hacer una idea.

Arnaldo Schwarzenegger

Aquí han estado perfectos de timing los Lendas porque a Otegi le quedan dos telediarios para salir de la trena. Ironiza con Arnaldo como máquina de votos (sí, aquí también hemos acabado un poco hartos del rollo del Mandela vasco) y parece que las encuestas dicen algo similar, pero tranquis que de aquí a dos sábados tenemos acto de Free Arnaldo en el velódromo de Anoeta, y así seguro que Arnaldo Schwarzenegger acaba siendo el primer lehendakari -el cargo, no el grupo- guipuzcoano de la historia. Que no hay derecho, que ha habido hasta lehendakaris alaveses. No es ni medio normal.

Tenemos a la pasma (Top of the pops)

Desde las escuchas iniciales, en las que puntuaba bien pero no lo MÁCSIMO, he pasado a considerarla la mejor canción del disco y esto solo ha podido ocurrir porque los munipas de Madrid montaron el videoclip perfecto para el temarrasco, certificando punto por punto la letra del mismo. ¡Hoyga, que yo no me he sacau una plaza aquí para no pegar a nadie! ¡Deme funciones!

No les importa que les quiten alcaldías/no les importa perder las concejalías/lo que les toca, las pelotas de goma/es que les quiten a la policía.

A más de una  y a más de uno/les va a joder perder el poder perruno/el miedo va a cambiar de bando/tenemos las porras por el mango.

Y es que cuando andas en la arena política tienes ahí al concejal de la oposición tocándote los uebos, pero con la madera tienes TU MOMENTO. Un MONOPOLIO LEGÍTIMO todito para ti. ¡Ni cuando Telefónica era pública! ¡Un juguete, un caramelo!

La canción está bien porque mete la cuota de EOE necesaria en toda recopilación.

Y lo de ban-do y se cae el del miedo también.

Balance: La primera vez que lo escuché incluso me decepcionó un poco, luego me ha ido gustando más, pero no me parece mejor que Crucificados por el Antisistema o Vine, vi y me vendí; aunque Lendakaris tienen de suyo que cada disco tenga 3-4 canciones que destaquen y sean las que se queden para los conciertos. También en el haber pondremos que haya tres nombres de etarras en 28 minutos que dura el disco (De Juana, Idoia López Riaño y Urrusolo Sistiaga) y el homenaje a bandas de RRV y rock kalimotxero que sobrevuela todo el disco, desde el título de tributo a los Zika, pasando por las canciones de Urrusolo y Es pota, cerdo. En el debe, sin embargo, anotamos algunas quejas populares que nos han llegado acerca de que «no hay ni una puta canción que puedas hacer pogo».

Pero esto no va para nada de política. Esto no va de apología del terror.

Nota: 7,8/10

Bonus: Entrevista en Insonoro

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En 2013 las modalidades contractuales del Estado español pasaron de ser 41 a convertirse en cinco: indefinido, de relevo, temporal, de prácticas y de formación. Estuve dando unas pocas vueltas para tratar de averiguar exactamente la diferencia entre los dos últimos, y llegué a este enlace. Pero de todo lo que aquí se explica hubo un dato que me llamó poderosamente la atención.

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Ya hemos hablado aquí de la situación de interinidad, vulnerabilidad y falso progreso que envuelve toda esa idea de la formación continua, que en el fondo sirve para que mientras el empleado vive en una idea de adaptación a un apasionante entorno cambiante y bla bla bla, las empresas en realidad se rebajen los costes laborales pero sigan siendo empresas, a la vez que surgen extraños intermediarios tanto en el sector público como en el privado que prometen devolverte a la rueda de la empleabilidad si caes en el abismo del desempleo. En DeC decimos, no nos cansamos, «cuidadito con las premisas sobre las que se sustenta el debate». ¿Temporales vs. fijos? ¡Pero si tenemos un fantástico colador en estos contratos de aprendizaje de los que nadie habla!

España es bastante experta en torturar modelos contractuales y estadísticas (lo anticipamos aquí) hasta que digan lo que queremos, y por eso sabemos de sobra que el paro baja cuando la gente ya lleva más de dos años yendo al INEM y ve que el tema es un timo y deja de sellar, o ve que todo el empleo que se crea es el del profesor que le da clases para que se vuelva a emplear y se forme una especie de ficción de la actualización y la disponibilidad continuas (rueda de hámster del paro le voy a llamar a esto) o directamente sale del país. También sabemos que alargar la formación universitaria ad aeternum te cualifica para un tipo de empleo que en España ni existe ni existirá -y aquí entra el juego de la internacionalización, donde los jóvenes creen que están viviendo una experiencia internacional de la puta hostia pero lo cierto es que por muy cualificados que estén, a un país del norte les cuestan cuatro duros: a los esclavos sale mejor importarlos que criarlos-, pero que esa no es su función principal, sino que también busca que no te registres en ningún sitio que dé a entender que estás en el paro (porque claro, te estás formaaaaaaando, todavía no ha llegao tu hora). La duración media de los contratos es la que es, y esto tiene un contrapunto bueno porque la intermitencia con la que entramos y salimos del mercado de trabajo servirá para que, de una maldita vez, desvinculemos nuestra identidad de nuestro curro y desterremos la falsa sensación de dignidad que todavía hoy alguno le quiere dar, lo que es un objetivo bastante sano. No nos va a quedar otra.

Y en cuanto a esa tortura estadística que afirmábamos, ya tenemos arriba el primer remiendo: los contratos formativos iban destinados en un primer momento a personas entre 16 y 25 años, luego se vio que el colador se cerraba y chimpún, reformita y que llegue hasta los 30. Y cuando vean que a los 30 tampoco absorbe lo suficiente, pues mis dotes adivinatorias heredadas de mi afición por el horóscopo de Esperanza Gracia me dicen que se hará otra ñapa y subirá hasta los 35. Y si hace falta se sube hasta los 40. ¿No habéis visto el anuncio ese del Nescafé con magnesio que dice que los 40 son los nuevos 30 y que estáis estupendas? ¡Si encima la esperanza de vida no deja de crecer, a ver por qué íbamos a pagaros un sueldo en su integridad! En fin, eres penalizado por ser joven para empezar y puede darse el caso de que te despidan por cumplir años y tengas que falsificar tu edad como una Ana Obregón de la vida. En las características de estos contratos que hacen bueno al temporal ni me voy a detener: tres años a prueba como quien dice -despido gratis, imagino-, bajada de sueldo entre un 15 y un 25% -conozco casos en los que se paga un 60% y encima hay que pagarle un dinero a la universidad en concepto de formación, vamos, que gana dinero todo el mundo menos tú, que eres una burda excusa-, sanción en las cotizaciones a la Seguridad Social y en la prestación por desempleo, vaya usted a saber si se establece relación laboral como tal y las dificultades que plantea a nivel de sindicación.

Pero volvamos al subrayado de arriba: «De manera excepcional se incluye a los menores de 30 años -atención que os vais a descojonar en este momento HASTA BAJAR LA TASA DE DESEMPLEADOS AL 15%-, vamos, que la norma es perfectamente tuneable no solo por edad, sino por tasa de paro existente. Y claro, cuando yo vi aquello del 15% me acordé de una cosa que había leído unos días antes…

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A estas alturas ya lo habéis visto pero lo voy a plantear como una pregunta para que parezca más ridículo aún: si una entidad poco sospechosa de revolucionaria como es el BBVA dice que en una «situación normal» (ya sabéis, nuestra normalidad democrática viene a ser cobrar 700 euros y las extras en negro, si las cobras, es el modo de vida occidental que debemos proteger del Estado Islámico) el paro estructural es del 17 o el 18%, esa bajada de desempleados al 15% se va a producir… exacto…

¡En tu vida!

Y es que es esa una de las múltiples aristas que buscan: por un lado, tanto el propio contrato como el contexto social en el que se firma ese contrato son de una presunta provisionalidad. Sin embargo se cuidan muy mucho de que el «escenario destino» sea un escenario irrealizable. El paro no va a bajar del 15% (lo bajarán hasta ahí si conviene para dar cierta sensación de optimismo, con los índices se puede hacer de todo como meter drogas y prostitución para que suba el PIB pero seguir manteniéndolos en la economía sumergida. Me río yo de la contabilidad creativa de una pyme comparada con la del Estao), pero ya sabemos con qué tipo de contratación lo bajan. Como desafortunadamente tú no puedes dejar de cumplir años, se harán los apaños legislativos que sea menester para mantener este tipo de contrato en vigor el tiempo que haga falta -o sea, todo el tiempo hasta que encontremos un tipo de contrato más degradante con un mejor envoltorio-. Las estadísticas de empleo son todo menos una ciencia, tranquilos en ese aspecto. De hecho, su subida o bajada tiene mucho de acto de fe del desempleado, que deja de creer -con mucha razón- y un buen día deja de sellar.

Por otra parte, las situaciones de presunta transición se convierten en hechos consumados con su mera dilatación en el tiempo y ante el convencimiento de que «podría ser peor, podríamos estar en el paro». Ahí también está apareciendo ya una progresiva desprotección de los desempleados, precisamente para condicionar sus elecciones y llevarlas hacia este tipo de contratos ante la eventualidad de no encontrar ningún contrato ‘en serio’. Al ser contratos formativos, por supuesto, tendrán que pagar su peaje de clases y demás, y quizá chuparse un par de años estudiando y sin trabajar hasta que tengan una certificación para estar seis meses de prácticas, volver al paro -porque son sustituidos por otra persona en prácticas-, recualificarse, estar seis meses de prácticas, volver al paro, recualificarse, etc. Ni uno de los centros formativos por los que pase esta persona cerrará, pues será convenientemente regado con dinero público, los EREs de Andalucía han sido un aperitivo de esto, y la extensión del contrato formativo posiblemente será la institucionalización y el otorgamiento de carta de naturaleza a procedimientos otrora corruptos. La persona eternamente recualificada-despedida-recualificada ya tal. Ya sabéis: la empresa y la formación -y nos van a dar mucha chicha los empresarios de lo formativo, ¡los nuevos constructores!- hay que «incentivarla», mientras que el trabajador se ve abocado a elegir entre «lo menos malo».

Es un poco como la metáfora de la rana y el cazo: si a una rana que se encuentra dentro de un cazo con agua le subes repentinamente la temperatura del agua hasta que hierva, se dará cuenta y escapará; si la temperatura va subiendo progresivamente, se adaptará, pero acabará muriendo. Nuestras medidas laborales son esa subida progresiva de temperatura. No vamos a morir en un estallido: estamos tolerando nuestra aniquilación y las antes contrapesantes administraciones públicas colaboran de buen grado en ello facilitando en el caso que nos ocupa procedimientos para ocupar a mano de obra desesperada. ¡Mercado de la carne!. Todos los fenómenos que ahora vemos como anómalos en el mercado laboral no son la transición hacia nada, sino que son un objetivo buscado. Ni vamos a volver a la situación anterior ni hay una situación «buena» (todo lo bueno que le quieras llamar a vender tu fuerza de trabajo) y ahora estamos viviendo una suerte de turbulenia previa y ajuste. Esto es lo que hay y lo que va a haber, esta era su meta y ya la tienen. El escenario sobre el que trabajar es este mismo.

Y nada, surgirá una industria de la formación, de hecho ya se está creando, en la que colaboran de buen grado universidades, sindicatos, entidades financieras -el principio de que cobres una puta mierda suele ser una beca del banco Santander-, centros no reglados que, aventuramos ya, se crearán al albur de este nuevo sector  que vive de la improductividad y solo busca predar de los procesos que pone en marcha la

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Becario + discapacidad: el combo de la desgravación. ¡En Cepyme dan palmas con las orejas!

Administración para regalar dinero de todos a sus amigos fingiendo que se dota a las personas de una cierta capacitación para trabajar en empresas que no necesitan gente capacitada, sino que básicamente emplean a esclavos que desgravan, etc. Es decir, vamos a ver la tradicional transferencia de rentas del trabajador a la empresa que ya ocurre gracias al teletrabajo o a tener que poner tú el coche, pero llevada un pasito más allá porque aparece un intermediario nuevo, el formador, que también quiere llevárselo muerto. Por supuesto, este tipo de análisis no lo vais a ver en la tele de manos de ningún «experto» porque la universidad y los medios de comunicación viven muy bien precisamente de estas industrias formativas, en las que contratan a sus respectivos minions trabajadores «en formación».

Y es que en el fondo, todo el rollo de la formación y la internacionalización se parece más bien a esto.

Y finalmente está la parte del trabajo esclavo, que coincide casi milimétricamente con el número de desempleados. Pero hombre, no les van a hacer un contrato, que nuestros pymeros se nos arruinan. ¡Pobrecitos!

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Todo es desregulable hasta que te desregulan a ti

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En ediciones anteriores 2012, 2013, 2014

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Se me han adelantado los compañeros de Equilibrismos al plantearse esto de recuperar el trabajo como campo de batalla, que era el tema con el que quería cerrar el año en DeC. Tres consideraciones aquí: ¿hemos dado la batalla alguna vez? Sí, sin duda. ¿Cabe seguirla dando? Puede, pero no como hasta ahora, con esas imágenes románticas que gusta que pasen a la posteridad porque pareciera que su espectacularidad difuminara los dilemas y las miserias cotidianas; con todos esos millones de personas recorriendo las calles o pegando fuego a cosas. ¿Realmente merece la pena “recuperarlo”? No lo creo.

Pensemos que se cumplen ‘todas’ las normas: has terminado tus estudios, los que sean, y has encontrado un trabajo “de lo tuyo”, o de algo que se te da medianamente bien al menos. Trabajas de lunes a viernes, 40 horas, en jornada continua ¡yuju! Libras también festivos y puentes. Tienes un contrato fijo. Jamás has tenido una llamada del jefe fuera de horas de trabajo, e incluso la relación con tus compañeros es medianamente cordial. Tienes hasta ticket restaurante y una plaza de parking en el curro. Cobras puntualmente tu nómina el día 1 y las extras de julio y diciembre.

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Pero es que aunque ‘la legalidad vigente’ sugiera que esta es una buena vida, no lo es. Porque otros la están comprando. No es tuya. Quiero decir: el hecho de vender la fuerza de trabajo -y si lo de fuerza de trabajo te suena antiguo cámbialo por habilidades, tiempo, tus nervios…- ya es en sí lo suficientemente estremecedor y dramático por mucha pátina legal que se le ponga. El hecho de que, si quieres dejar de venderla la única alternativa que tienes es que te la compre otro también es algo horrible. En fin, solo puedes aspirar a mejorar esas condiciones en las que tu fuerza de trabajo es vendida, tu tiempo es vendido; pero no puedes aspirar a vivir sin que alguien lo compre. No aquí y ahora. Y si también niegas eso, se te recordará que hay algo peor, que es el paro, en el que el acceso a medios de vida queda vedado. Entonces, por mera ‘igualación por abajo’, preferirás el escenario de vender tu tiempo, tu vida, tus habilidades, a no hacerlo. Quizá el verbo preferir es el que peor uso tenga en este escenario, porque no estás “expresando preferencias”, como dicen esos tecnócratas a los que les gusta mucho hacer como que los escenarios en los que operamos no existen o son casi parte de la naturaleza. Y no estás expresando preferencias porque lo que estás es gestionando la miseria, la escasez. En muchos casos ni siquiera la austeridad, porque la austeridad significa vivir de modo frugal incluso existiendo la posibilidad de mejorar materialmente, y me acuerdo de la película ‘Tasio’ y me pregunto por qué no la ponen en las escuelas de emprendedores. Y no la ponen en las escuelas de emprendedores porque en el emprendimiento actual se trata de ser extremadamente funcional al diseño laboral en el que vivimos pero pensando que hemos logrado una cierta autonomía, cuando en realidad eres más dependiente que nunca. Dependiente y solo. Se trata de atomizar la fuerza laboral, entre otras muchas cosas. Y no de vivir con poco y para sí, que es de lo que va la peli, en suma. “Tienen lo peor de ser empresarios y lo peor de ser trabajadores”, decía Albert Rivera, y tenía razón (y si te preocupara de verdad esta gente lo que intentas es sacarla de esa situación, no hacer la situación «llevadera»). Y precisamente porque tienen lo peor de dos mundos al gobierno le interesa que este modelo prospere: reduce las cifras oficiales, aparenta una ilusión de actividad que es una patraña, que lleva a la autoexplotación y genera dependencias crediticias y de familia y amigos que sumen a grupos de personas enteros en pozos de deuda -porque no nos engañemos, al final por muy siliconvalleyano o por muy cooperativo que sea tu negocio (la narrativa que demos a nuestra actividad no modifica su resultado final en el paisaje laboral), acaba tirando del cariño de los conocidos-. Esto no se trata de voluntades personales de coherencia o de replicar modelos exitosos del pasado pensando que con mi actitud personal y la de cuatro amigos cambio el mundo. Olvidarse del escenario es egoísta, narcisista, mentiroso, autoflagelatorio y sobre todo, irrelevante.

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Me sorprende pues cómo desde el ámbito de la política exista una explicación unívoca de que el trabajo es el garante del “acceso a derechos”. Antes, mucho antes, de la existencia de la figura del trabajador pobre, de la mutación de las economías industriales en economías de servicios, de que los doctores se tuvieran que EXILIAR, OH CIELOS; de la llegada de Ikea y los chinos, alguien decidió que “tenía sentido”, que era “una vida decente” que alguien intercambiara casi la mitad del tiempo adulto que pasa despierto por el dinero necesario para acceder a techo, comida y quizá vacaciones. Y sin embargo, no se ve como villanos, sino incluso como héroes; a aquellas personas que compran la vida de otras personas, incluso comprada en “las mejores condiciones posibles y sujetas de modo inmaculado a la legalidad vigente” que decíamos arriba. Me sorprende que ahora que acabamos de pasar una campaña electoral toda la acotación sea que se cree empleo “digno”, “decente”, dicen. Obvian, no sé si queriendo o no, un par de cosas relevantes. 1) Que lo que se denomina “mejoras sociales” no implica la desaparición de las penalidades, sino simplemente el traslado de las mismas a otras personas que no tienen los modos de defensa -por una modificación en la demanda de trabajo, por una espuria decisión legislativa o por lo que fuera-, que tú pasas a adquirir -e incluso cuando se ponen de manifiesto esas penalidades, se dicen de ellas que son ‘oportunidades’, dando un triple mortal carpado inverso en favor de los que te joden la vida; y 2) la existencia de un escenario laboral que se dilata y se contrae también al antojo de cuatro gilipollas: la abertura arbitraria en tiempos calificados de prosperidad de una espita que propiciaría que dejáramos de ver el trabajo como un mero lugar en el que ganar dinero y, dadas ciertas condiciones, empezáramos a verlo como incluso un lugar de autorrealización y de poder -porque el trabajo tiene mucho de este componente: si no quieres que te manden, tienes que mandar tú, y sin embargo muchos de quienes creen que mandan en su pequeña taifa, a su vez; reaccionan a los mandatos de otros, haciendo de nuestro curro el reino de la estupidez funcional-. Las prosperidades que se crean y que luego desaparecen cuando no vienen bien, que posibilitaron un día que pudieras ver en el curro un espacio de autorrealización (y de ascenso social) se desprosperizan cuando haga falta para que acabes diciendo ‘qué afortunada soy’ cuando puedes llevar un vaso de leche a tus hijos (¡¡nunca habían sido pobres!! «Nunca hemos querido caridad, solo trabajo» –> es lo mismo, ahora las empresas pueden pedir esclavos que desgravan al estado, que se los dona encantado y creyendo que contribuye al bien incluso). Y no, en ninguno de los casos has decidido absolutamente nada.

Y es que todo el debate se centra en LAS CONDICIONES en que se ejerce esa explotación pero nos parece implícita la explotación misma, porque hay miles de artefactos culturales justificando esta especie de “buena vida”. Los dueños del mundo lo saben -los que se creen dueños de algo y solo son deudores también lo saben- y han jugado la baza de comprar a la gente con capital simbólico en vez de con dinero. Y joder, funciona tan bien esto que hasta se paga por trabajar. Enhorabuena: antes trabajabas para consumir, y ahora has conseguido que tu trabajo sea tu objeto de consumo, definidor de identidad y estilo de vida. Antes le echabas unas horas, ahora cobras menos aún pero le confías toda tu vida. Me cago en todo, pues claro que los chavales, y cualquier persona con dos dedos de frente, se «frustran» con el mercado laboral, no porque no se queden, o porque no cobren, sino por el nivel de servilismo y porque «la ofi», «el labo», «el bar» y sus intriguillas de mierda por cuatro duros, como bien explican aquí, no son un buen lugar para desarrollar ninguna habilidad.

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Yo creo que aguantamos en el curro por esto, porque aunque sepamos de su miseria implícita, aunque sepamos que nuestro tiempo se va básicamente en lidiar con los interesillos espurios de mierda de jefes de medio pelo y en hacer la vista gorda ante mucho abuso cotidiano (que es la norma, como nos cuentan en este post perfectamente recopilado en subsecciones además), en lidiar muchas veces también con los hijos de los jefecillos de medio pelo -verdadero pilar de las pymes-, que por cierto, anda que no distorsionan el mercado estos hijos de, y no pasa nada. Decía que aguantamos porque aunque sepamos el contenido real de lo que pasa en nuestros centros de trabajo; podemos dar la impresión de que ocurre otra cosa. Esa compensación entre la realidad y la ficción que puedes mostrar a quienes tienen una idea errónea del sector en el que trabajas actúa de modo compensatorio, forzando a tu subjetividad a hacer un trabajo extra porque si no probablemente matarías a alguien. Así un reputado profesor de universidad puede decir que se dedica al bien común mientas que su sector en realidad es un puto nido de acoso (en parte porque quienes denuncian esos acosos ponen el dedo en la llaga acerca de la imperfección de un sector que no merece los galones que tiene -en DeC nos limpiamos el culo con los péipers; precisamente porque sabemos cómo se hacen-). Así mieun periodista te dice CON SUS DOS HUEVOS TOREROS que sin él no hay democracia y mira lo que les hacen a los frílans en Siria y encima les pagan una mierda (les paga una mierda el mismo que les paga la nómina a ellos) y demás historias muy demócratas y de la libertad y del debate y todo eso que les gusta tanto; te está ocultando la mayoría de en lo que consiste su trabajo, que es en ser un engranajillo en una red de dependencias de lo más chungo (sumados a todos los interesillos espurios de jefes de medio pelo que mencionábamos antes). Como HITO de la jornada, resulta que Sheldon Adelson se ha autorregalado un periódico por Navidad y bueno, una de las cláusulas decía que los anteriores propietarios del mismo no podían desvelar a los trabajadores quién era el nuevo propietario, o sea que si ya era bastante jodido elegir para quién escribir, ahora ya no te dejan ni saberlo. Y en DeC nos limpiamos el culo con los periódicos, porque también sabemos cómo se hacen. Vamos, que tanto del proceso como del resultado del trabajo lo queremos todo, como Nanni Ballestrini; queremos que se cuente todo y queremos tenerlo todo. Pero nada tú, a subir fotos a FB con famosos, a ponerte el Je Suis Charlie en el avatar y a comprarte el álbum de Reporteros Sin Fronteras, y a fingir algo que no eres, campeón.

Por resumirlo de alguna manera, no me apetece seguir haciendo como que hay que denunciar hechos puntuales como el fraude, porque son una excepción; sino reconocer de una vez que el fraude, la explotación, las amenazas, la extorsión, el control del tiempo para mear, los comentarios fuera de lugar… Son la norma. El trabajo no TIENE todo eso, sino que ES todo eso. De hecho es que sin ellos el mercado de trabajo NO funciona. Así que no lo quiero, no quiero ser más empleable ni hostias ni tener más oportunidades ni me voy a realizar ni quiero seguir escuchando mentiras día sí y día también cuando lo que aquí se reparte -y encima tienes que dar las gracias- es miseria absoluta y una racioncita diaria de miedo a una cosa y a su contraria: a seguir currando y a perder el curro.

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Así que no, esa interpretación del trabajo como forma de acceder a derechos es falsa. Primero porque el conducto por el que van los derechos se malea convenientemente. ¿Necesitamos un mogollón de mano de obra? Regularización masiva de inmigrantes al canto, así, por ejemplo. ¿Tenemos muchos parados? Lo contrario, para que no haya efectos llamada. Depende poco de nuestros amigos “los crearriquezas que arriesgan su capital”. Nada tiene que ver el trabajo actual con el acceso a derechos, y sí mucho con la compra de voluntades. Y si tienes un veintií por ciento de paro y las administraciones funcionan como empleadoras de último recurso, gestionadas por un partido político y ese partido te promete “crear empleo”, lo siento pero eso se llama comprar la voluntad. Y ralla mucho con la corrupción por no decir que es lo mismo.

Cada sociedad tipifica de distintas maneras qué demonios es eso del trabajo. En una economía de servicios no te pagan por tus habilidades, te pagan por obedecer o por encaminar inseguridades ajenas vendiendo humo y nombre (saludos cordiales al gremio de consultores). Te pagan por dejar todo como está, por fingir fiscalizaciones que no se dan. Sí, te han dejado de pagar por picar en la mina, pero ahora tu trayectoria vital consiste en encontrar a los actores claves que paguen más por obedecer mejor. Es miserable y feudal, por mucha corbata que te pongas.

Vivir no es solo respirar, la vida se va a abrir paso fuera del curro, quieran o no. No pelees el curro, pelea la vida, hostia. Feliz 2016 y abajo el trabajo.

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El pacto fáustico de las pymes y el monstruo del cinturón frílans

 ¯\_(ツ)_/¯
¯\_(ツ)_/¯ (Funcionario A a funcionario B: “Paco, este mes hay que dar unos datos de la hostia: les das 600 pavos, que se inventen un trabajo y sobre todo que se apunten en autónomos al día siguiente. Que no se les olvide”)

Coja usted un programa electoral, el que le dé la gana, sí, uno de Bildu también. Coja usted cualquier “estrategia de empleo” de partido en gobierno municipal. No voy a hablar de emprendimiento, que ya he hablado mucho, pero cuente cuántas veces pone en ella las palabras familias, crédito o pyme. Muchas. Demasiadas. Incluso desde una visión no muy radical, está demostrado que la pequeña empresa es un desastre que condena a quien la tiene a la autoexplotación y por supuesto, como tengas un empleado a la explotación del mismo y a que vas a echar 48 horas pero en la Seguridad Social te pongo que estás a media jornada. Y claro, falsos dilemas again porque hay que defender el comercio de proximidad contra las grandes superficies y blablabla, cuando centrándonos en una óptica de empleo ambos son miserables. Cagondios, ojalá alguien escriba un libro de que COMPRAR es un asco.

Vamos a subvencionar en un 75% tu empleo en esta tienda de Yogurlado para que tu jefe te explote casi gratis :D. Puritito servicio a la comunidad.
Vamos a subvencionar en un 75% tu empleo en esta tienda de Yogurlado para que tu jefe te explote casi gratis :D. Puritito servicio a la comunidad.

Y sin embargo hay algo irritante, una especie de épica de la pyme, la épica que habla de MADRUGAR, que es transversal, que es profundamente parlamentaria, ahora que andáis muy preocupaos con el ISIS y la religión, anda que nuestra vida no está ahí supeditada a ganar el pan con el sudor de nuestra frente y tal, apenas religión aquí, eh… ¿Qué nos están ocultando para hablar bien constantemente de algo que no le gusta a nadie, y mucho menos para ir a currar? Hace unas semanas ya dijeron (voy a poner cara de sorpresa aunque llevemos tres años diciéndolo) que el crecimiento económico ha dejado de implicar creación de empleo. Coño, pues eso es una noticia cojonuda. Tampoco me voy a meter en disquisiciones de cómo crecer “económicamente” implica destruir muchísimo (alguien de Equo habrá escrito de esto fijísimo, lo leéis ahí si eso). Pero no, tiremos por favor por lo malo conocido y hagamos LOS DISPARATES QUE SEAN para dar unos datazos que se cague la perra y la peña CONFÍE -¿se fue la religión alguna vez?- y CONSUMA. Y por supuesto, hemos perdido totalmente la oportunidad de decir que hay gente trabajando que no está cotizando, que hay trabajo de sobra pero que hay una peña a la que le viene de lujo que no se tipifique como tal y que hemos fracasado en este punto, si es que este punto ha estado alguna vez encima de la mesa más allá de conjugar muchas veces el verbo DIGNIFICAR, y que se están inventando curros en los que en realidad no se hace absolutamente nada aparte de agarrarse del cuello y no pagar empleados para darle el dinero a Guti y cosas así  (gracias Analía Plaza por tus reportajes).

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Hoy me he levantado a las 14.30, así que ya sabéis.

Bien: metamos en una coctelera todo esto y agitemos fuerte. Estás madrugando -no lo llames orgullo, llámalo putada- para que el gobierno pague a una peña que te explota -o peor, ¡para autoexplotarte tú mismo a quererte tú mucho!- y se intercambien a su vez dinerito -y cargos- entre ellos. Todo lógico. Y si vamos a los dos extremos de la cuerda, dices, joder, ¿y por qué MIS REPRESENTANTES o eso dicen, no me dan directamente el dinero a mí y se saltan el pasito intermedio en vez de tener ahí a un tío jodiéndome la vida? Pues por ese pacto fáustico. La pyme es el nuevo consenso, amigas, la ética de la flagelación, muy aplaudida por cierta izquierda a todo esto. Que parezca que trabajamos mucho. Que en la pancarta que salgo para manifestarme en el quinceeme ponga que tengo TRES MÁSTERS, que igual no me gustaba ninguno, pero que se sepa que yo no soy una Accattone de la vida, que yo HAGO COSAS, oye. Sobre todo que no me llamen nini, por favor, que me muero, ME MUERO —> cómo interiorizar el lenguaje del enemigo.

https://twitter.com/pozuelen/status/635462177462349824

El pacto fáustico de la pyme es un poco como la transparencia o la participación, o el helado de Oreo incluso, o diría más, la cultura, vaya, que nadie puede decir que los odia pues porque no. Nadie diría que odia la cultura, claro. Que parece muy de decir «claro que sí, hombre, cómo no, yo a favor de todo eso» en un principio. Pero claro, la transparencia hace que nos volvamos locos discutiendo sobre si el diputao X tiene un coche así o asá mientras por otro lado sigue controlando otro tipo de cosas que nos afectan realmente  -un poco como cuando tu madre te pilla el tabaco en el bolso y te empieza a preguntar pero tú dices «bueno, por lo menos el speed estaba en el bolsillo pequeño»- y la discusión no es muy grata pero es una PAMPLINA. Pues ellos AMAN esas pamplinas porque a la vez que no tienen que hacer absolutamente nada, todos nos sentimos como super IMPLICADOS e interesados en política (ya comenté esto aquí, y Daniel Bernabé lo explica mucho mejor aquí). Luego lo de la participación, que también suena de lujo si no fuera porque la participación es lo de menos -la vida no es un torneo escolar- y sin embargo la TOMA DE DECISIONES -y quién las toma- es lo de más, y bueno, nadie habla de ellas porque eso recae en Eskorbuto ael parlamento. Cuidado con lo de quedar impresionados por los nombres que luego la gente que molaba hay que ponerla a hacer de maquinaria de guerra electoral y nos llevamos los disgustos que nos llevamos. Igual si esto está tipificado como «obligatorio» es porque «hace perder mucho tiempo» para «centrarnos en lo que nos interesa de verdad». La pyme es el parlamento de la economía de mercado, la estructura imperativa, el ojo de aguja por el que hay que pasar porque de otro modo no se pueden hacer las cosas. Ese ele, ese a, ese coop como mucho. Primero fue la constitución, ahora parece que la constitución tiene alguna gotera, así que valgámonos de los mimbres económicos ya instalados en el imaginario colectivo para diseñar un nuevo eje consuetudinario y ahí lo tiene usted: la pyme dependiente como yonki de la subvención estatal, lo mejor de ambos mundos. Con consecuencias electorales y laborales que No Podrás Creer.

Así que la ética de la pyme se presenta como una suerte de servicio social (al fin y al cabo es una empresa), cuyo éxito depende de unos mecanismos de mercado y de, MUY MUY MUY en teoría ser mejor -eso sí, sin saber mejor para qué o para quién- que “la competencia” -cuando sabemos porque somos todos mayores que la tendencia es al oligopolio-, y cualquiera de los partidos de la Nueva Política ™ se siente absolutamente cómodo en este terreno. Nada que hacer con ellos en lo laboral. En fin, lógica empresarial perfectamente aceptada y lógica de poder así como de absoluto sentido común.

Sin título

CAT como caso práctico

Total, que al final nos encontramos que el niño de tu vecino Manolo el que curra en la Seat, que está a verlas venir con lo del timo de Volkswagen a ver si los alemanes se
acatarran y nosotros pillamos un gripazo, el niño, decía, que estudió Informática y ahora es diseñador gráfico y va pillando curros de los que le van saliendo de falso autónomo, pues ha votao Ciudadanos, ese partido ya más catch all que nadie, moviéndose en el amplio abanico entre Luis Garicano y El Yoyas. ¿Le diría Luis Garicano al Yoyas que lo que tiene que hacer es ponerse a hacer pynthon, o irse a Londres a fregar? Es un tema un poco jodido porque Cuñadanos se encuentra con que una masa importante de su electorado es gente a la que realmente odian porque no saben inglés, es decir, que en el fondo tus buenos resultados han dependido del hecho de que el voto no es censitario, que es más bien lo que les gustaría a ellos, pero en fin.

Cuando vas a votar a la CUP con los mismos argumentos con los que podrías votar a Cuñadanos.
Cuando vas a votar a la CUP con los mismos argumentos con los que podrías votar a Cuñadanos.

El caso catalán es particularmente divertido porque pasa AL REVÉS de una dinámica electoral normalita, y todo porque introduces un eje nacional. Aquí podríamos liarnos con si es deseable meter un eje nacional o no, o incluso hablar del papel del estado nación en el siglo XXII con el gobierno corporativo ya a tope y Madrid llamándose ya Madrid-Aguirre-Marco Aldany (esto también es de Víctor), incluso de si el modo de combatir a un estado es crear otro (y entonces vienen los zapatistas a mojarnos la oreja), pero seguro que TODAS Y CADA UNA de estas preguntas han obtenido puntual respuesta en uno de esos análisis postelectorales de urgencia (en DeC somos antiurgencias, vagos, y por eso publicamos este tipo de cosas con dos meses de retraso) hechos por politólogos en paro pero con blog.

https://vine.co/v/elWemOvdxOW

Una ley para que a los esclavos se les puedan dar cinco latigazos al día en vez de diez.
Una ley para que a los esclavos se les puedan dar cinco latigazos al día en vez de diez.

Me doy una vuelta por este post de Antiseductor acerca de en qué se parece un seductor científico a un captador de ONG y encuentro LA frase que explica el advenimiento de esa conversión del cinturón rojo de Barcelona en cinturón naranja-cinturón frílans y que a su vez empalma con la ética de la pyme de la que hablábamos arriba. Todo proviene de la confusión entre el eje nacional y el eje social. Igual que el seductor científico quizá ligue, pero no ligue por las razones por las que cree que está ligando, ya desarrollamos en su día que Cuñadanos y la nueva derecha está ganando gracias a temas de voto aspiracional y disonancias cognitivas varias, y esa introducción del eje nacional nos dice que sí, que están ganando pero no por las razones por las que ellos creen que están ganando (o sea, no por las propuestas «sensatas», el inglés y el emprendimiento y Dinamarca, sino por la polarización del eje de la españolidad y la catalanidad -y, repito, porque os vota gente que odiáis-). Al final «el cambio sensato» no deja de ser una tormenta perfecta entre la crisis de españolidad y la aceptación y un deseo de vuelta a unos mecanismos “justos” (o al menos tenidos por justos por el exvotante sociata que ha escapado de esa pobreza cronificada que ha venido para quedarse -o que nunca se fue, más bien-) de ascenso social. Ya han dicho, ética pyme pura, tanto Albert Rivera como el broker de nuestros corasones Josef Ajram que si fueran presidentes del gobierno la primera ley que harían sería para aliviar a los autónomos. Por eso tenemos a tanto hijo frílans, que no soy como mi padre un tío que curra en una fábrica y yo he hecho mi parte, votandoestascosas en El Prat, cuando de toda la vida hemos sabido que al bakala se la suda la independencia y al bakala se la suda el estado opresor (y tendremos que vivir con la idea verosímil de que los de Estopa han votado Cipayanos seguramente). Pero para que eso sea una poca consistente, necesitamos algo más polarizante como un eje nacional ET VOILÁ.

(Cómo me pongo cuando votáis a la CUP por las mismas razones por las que votariáis a Cuñadanos)

En fin, un escenario chachi en el que nos van a meter doctrina ESADE por un tubo en nombre de unas urgencias (económicas, nacionales, etc.) que a lo mejor ni son las nuestras y son los típicos temas de discusión vacíos pero en los que parece que si no te posicionas te podrían apuntar con una pistola en la sien. Otro día hablamos de la señora Villacís y de su «derecho a llegar puntual al trabajo», la versión digerible del derecho a ser explotado. Qué buenos tiempos se vienen para este blog, amigas.

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Buscar por tanto, en la civilización del bien, cuanto atente contra la libertad de explotación,  y hacerlo durar, y darle espacio. Porque Italo Calvino sí ha advertido que la actuación más común consiste en aceptar este fingido paraíso hasta el punto de no verlo ya. Hasta el punto de no ver qué lo sustenta. Y así ocurre que ni siquiera la inadmisible libertad de explotar a los hombres nos llama la atención, y ocurre que hay otra libertad igual de inadmisible si cabe y no la combatimos, y aún la deseamos, y la llamamos buena: es la libertad de ser explotado, la única libertad que conocemos, la única que nos da señas de identidad, la libertad en cuya defensa lucharíamos contra las fuerzas del mal que quisieran privarnos de ella. ¿Quién alzará su voz, quién dirá: no quiero que nadie compre mi vida, no quiero que nadie pague un sueldo por mi vida, que nadie trate mi vida como a una mina y extraiga el mineral de su jornada y la abandone al fin, con sesenta y cinco años, sin luz en los ojos, con la energía en declive porque la vampirizaron otros? Pero el beneficio se encarga de producir como algo connatural a su existencia el paro, y con él, la casi absoluta imposibilidad de que este discurso, aunque se pronuncie, llegue realmente a oírse. Ni siquiera a través de un personaje de una novela me atrevería yo a esgrimirlo como el de un ángel vengador. Ni mucho menos lo pondría en boca de algún líder de un partido de izquierdas, de un sindicato de izquierdas; todos ellos reclaman ahora trabajos dignos, la libertad de ser dignamente explotados, eso reclamamos en la civilización del bien.

Belén Gopegui, Ser Infierno. Conferencia impartida en el Instituto Cervantes de Milán; texto publicado en el número 0 de la revista Cervantes, marzo de 2001

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Tres años diciendo que no

VLUU L100, M100  / Samsung L100, M100

Hace algo más de una semana DeC cumplía tres añitos (el primer post data del 23 de octubre de 2012, así que nos nació un escorpio, que simboliza la destrucción -NORMAL-). Ya está en la guardería, le hemos quitado el pañal, es una criatura cada vez más independiente, o eso pone en el internec que le corresponde por su edad; ha pasado la fase egoísta de los dos años y ahora es capaz de compartir juguetes, hace garabatos y es preguntón. A su autora también le ha empezado a pasar esto último en los tres años que lleva -quién lo iba a decir- echando su tiempo liberado en aquí. Además, Antena 3, ante la competencia sin cuartel de Sálvame Deluxe, decidió un buen día retirar de su programación Dónde Estás Corazón, con lo que logré quedarme las siglas DeC en exclusiva.

Supongo que como a toda persona que comienza un blog con afán de cierta continuidad -no había plan de empresa detrás, lo juro, y creo que esto es verosímil- y sabiendo lo que nos había pasado a Lorena y a mí con nuestras precuelas blogueras -que no habíamos seguido y  encima borramos los blogs, cuando Lorena había escrito un post maravilloso deconstruyendo la actuación de D’Nash en Eurovisión 2007 que ojalá se haya quedado en algún sitio-, si soy absolutamente sincera no daba un duro por más de un año de blog. No tenía un objetivo definido, yo estaba anímicamente hecha una puta mierda cuando lo empecé. Pero bueno, simplemente me puse a hacerlo, no he sido muy constante -sobre todo cuando encontré trabajo y lejos de solucionar nada me di cuenta de la magnitud de la mierda que nos rodea, mierda de sonrisa amable, eso sí-, y aquí estamos.

Pero vayamos al lío, y hagamos un balance ¿En qué ha mejorado DeC la vida de los españoles? En nada. Se empieza con las típicas reflexiones como de arranque, ves la actualidad pasar en la tele, ves a la vez cómo se supone que tu vida también la atraviesa esa actualidad -pero en ese momento no sabes de qué manera, tiene que pasar tiempo para que te des cuenta, intuyes pero no eres capaz de concretar-, ajustas cuentas con tu pasado reciente, que ahora resulta remoto y parece que le hubiera ocurrido a otra persona. Acabas odiando a todos los tertulianos, dejas incluso de ver la tele, pasas a escuchar Cadena Diaaaal -pero siendo fiel a tomarte el café antes de trabajar con Jugones para tener tu inyección de mala hostia farlopera necesaria para arrancar la jornada-, tus ascos difusos empiezan a concretarse en la rutina del parado, en los eventos, en toda esa cantidad de profesiones de mentira que empiezan a crearse para que, a ojos del prójimo, parezca que hacemos algo en vez de estar tirados en el sofá. Te das cuenta de que no hay que reivindicar el trabajo, que lo que nos iguala es la caca. También hay momentos en los que pasas un miedo tremendo porque no tienes ni idea de de qué vas a vivir. Lees muchísimo (es lo primero que tengo que agradecer al blog. Siempre me ha gustado leer, pero las lecturas impuestas por la facultad y el cansancio laboral llevaban ya muchos años haciendo que no me leyera un libro sin rumiarlo tranquilamente. Tuve que quedarme en el paro para poder hacer eso y para dejar de fumar. A veces esa catástrofe llamada desempleo sirve para adquirir hábitos sanos, y no me refiero al running, sino a hábitos mentales. Al menos si no tienes que pagar la letra del coche ).

Pero poco a poco DeC ha ido convirtiéndose en una especie de observatorio punki de lo laboral, en la encarnación del trabajador aislado que, lejos de lo que nos cuenten, no encuentra ayuda ni entre sus compañeros, que bastante tienen con pagar la hipoteca que se lleva el 80% de sus sueldos así que paso de movidas; ni en el sindicalismo de concertación ni en el alternativo, que como aquí no tiene ningún reparo en asumir las mismas lógicas que ese funcionario pepero rancio que te dice “oye, pues haberte sacado una plaza”. Vete a la puerta de un sindicato, diles que eres becario o falso autónomo y me mandas un mail contándomelo. Si en algo se parecen las empresas y otro tipo de organizaciones que en principio no tienen ánimo de lucro -luego ya sabemos que, al menos en el caso de los jefes, porque esto va de tener tu parcela de poder, el lucro es animosísimo-, es que acaban perdiéndose en sus lógicas internas y no sirviendo para nada, cuando no haciendo directamente daño. Puedes tener a la familia de al lado rebuscando en el contenedor que como estás a la “lógica interna de la organización” y el pograma y dónde está mi sitio aquí, eso pasa a ser secundario. Ellos dicen que mandan, pero están en la misma rueda de hámster que tú. En lo tocante a lo laboral, hemos hablado aquí de los debates de mentira, del trabajo como constituyente no de una solución, sino de un problema (elegir no es decidir), de cómo la vigilancia orwelliana se mete en el trabajo cara al público como una especie de Show de Truman del terror, cómo nos reímos de gente que falsea sus vidas laborales cuando nosotros hacemos lo mismo presuponiendo lo que impresiona a nuestro interlocutor. “Oh, vas a una universidad de la Ivy League”. ¿Cuál, una de esas en las que se viola por doquier? De cómo la nueva derecha psicologiza el desempleo (y el progresismo lo aplaudirá porque raro es el ayuntamiento que no tiene montado un PUTO TALLER de búsqueda “activa” de empleo, que igual lo tienen hasta en Marinaleda o hasta en HERNANI). De cómo las lógicas conciliares suponen desplazar trabajo a otras (otra pelea más «por abajo» en el curro, con aplauso de los de siempre y de algunas encantadas con el premio de consolación que les dejan, qué raro).

El caso es que mientras pensaba en lo que se suponía que tenía que escribir sin que acabara convirtiéndose en un texto de estos intensito que a veces los autores se creen que va a modificar el curso de la literatura y luego el lector se descojona porque es una mierda, recordé el texto de ahí de la izquierda del Tumblr de la @comisuras, y le pregunté por él, y me contó que pertenecía a Testo Yonki de PRECIAO. Lo reproduzco:

No me interesan aquí mis sentimientos, en tanto que míos, perteneciéndome a mi y a nadie más que a mi. No me interesa lo que de individual hay en ellos. Sino como son atravesados por lo que no es mío. Por aquello que emana de la historia del planeta, de la evolución de las especies vivas, de los flujos económicos, de los residuos de las innovaciones tecnológicas, de la preparación de guerras, del tráfico de esclavos y de mercancías, de las instituciones penitenciarias y de represión, de las redes de comunicación y vigilancia, de la producción de jerarquía, del encadenamiento aleatorio de técnicas y de grupos de opinión, de la transformación bioquímica de la sensibilidad, de la producción y la distribución de imágenes pornográficas.

Y es que esa es un poco la movida: son los mismos ojos pero enfocando de diferente manera. Cuando el resto de cosas, sobre todo el resto de reglas, de pautas, de actitudes y de respuestas que se dan a tu alrededor no sirven más que para mantenernos a todos en una rueda de hámster absurda, necesariamente la que cambia eres tú. O quizá no cambias tanto: eres lo que siempre has sido, pero ahora ya capaz de articular un discurso -tajante, pero creo que un poco elaborado también- sobre por qué eres así y por qué en lo que “no hay alternativa” es en lo de tener ciertos comportamientos porque todo es tan aberrante que la mal llamada “sensatez” no deja de ser complicidad y mirar a otro lado y si no digo nada no me pasará nada. Así que no pasa de un día para otro, pero en cierto modo empiezas a ver cosas cotidianas no con asco, pero sí con cierta «extrañeza», no se me ocurre otra palabra ahora mismo. Se me hace extraño estar en una reunión con gente que me diga que su objetivo en la vida es ser feliz, por ejemplo. Me parece lógico, pero me resulta extraño. Para mí el objetivo es que no haya objetivo. También se me hace tremendamente raro tener planes, no te digo ya viajar o la PROACTIVIDAD de los huevos, o mantener una conversación normal sobre familia y trabajo. Se me hace raro, en general, hablar de sentimientos, como pone ahí arriba, si no puedo enmarcarlos en todo lo que pasa fuera. No por un asunto de magnanimidad ni mucho menos. Claro, pasa a ser muy feo que quizá te den «un poco igual» los planes de abrir una consulta de una amiga, no digamos ya lo de acompañar a alguien a comprarse un coche. Convocar una carrera solidaria para ayudar a tu hijo con una enfermedad rara pasa a ser en el mundo en que vivimos algo perfectamente normal, un «evento» y un síntoma de cómo pensamos. Y entra dentro de la «lógica», de ese hacer lo que sea por mi sangre. Buscar mi solución personal, que termino antes -y sí, con ciertos temas el enemigo es el tiempo, pero el tiempo condicionado POR OTROS, no por sí solo-. El abismo entre tú y tu entorno -mejor dicho, entre las categorías en las que os desenvolvéis-, con el que siempre habías tenido una relación perfectamente «normal», pasa a ser enorme. Y tú, contra todo pronóstico, estás muy a gusto. Esto ya no es la canción esa de Lori Meyers que dice que «mi mundo que es mi realidad», porque la cosa se va de madre. Ya no te puedes preguntar ¿qué puedo hacer por mejorar?, como dicen ahí, ya la cuestión no es esa. Pero tampoco es la estrofa de tener la sensación de que no va a cambiar y de que todo va a ir a peor. A lo mejor no.

Luego también se entrecruza el tema de tu relación con el espacio. Parece que no vas a acertar nunca: te roban la ciudad y estás en tu habitación. Pero también parece coherente: parece coherente quedarse en casa porque si sales o consumes o produces. Parece coherente dormir como respuesta a toda esta locura, para no hacer daño (y en el momento en el que hagan una máquina en la que se pueda generar energía con pedos mientras duermes, por muy ecológica que parezca, el descanso real se va al garete). Parece coherente no poner un pie en la calle. La última vez que estuve en Madrid pensaba que cada vez que caminaba por una acera, de alguna manera, Florentino Pérez se llevaba dinero. Lo de la producción de ropa en Bangladesh ya nos lo sabemos, ¿pero qué pasa si ese centro internacional de cultura contemporánea maravilloso que va a REGENERAR -otra basura- tu ciudad y a convertirse en centro de la capitalidad cultural europea lo ha hecho tu vecino jugándose prácticamente la vida por seis pavos la hora? ¿Cuánto de cerca, o de lejos, tiene que estar el que se jode para que tú disfrutes para que nos importe algo? La cultura me da TERROR ahora mismo. Me da miedo que el año que viene baje a la compra un lunes a las 9 de la mañana, como suelo, y haya una actuación de cantautores de Tayikistán. Me da pánico cómo nos están vendiendo a trozos sin darnos cuenta. Salir de esa lógica que cree que hablar sobre un tema ya modifica algo (y que lo único que nos ha traído han sido hornadas nuevas de ECSPERTOS, por si teníamos pocos) y no, no modifica nada porque son autoridades nuevas y salidas personales nuevas. Y están los eventos, e Infojobs con su gente muy dinámica, y los viajes y las playlists, y mucho artefacto como para que quede constancia de que yo estuve allí, donde se debatía lo importante, cuando no se debate nada, como que mi vida valía la pena, estoy donde hay que estar, hablando de lo que hay que hablar, el cambio, el cambio. El cambio sin saber dónde estás ni quién eres es una puta mierda, y las decisiones las toman otros pero a ti te dejan las migajas de la participación y de la transparencia, así como para que te quedes tranquilo, que todo va bien, que esto es un sitio moderno y aquí ya no se queman contáiners como cuando había ayudas de los fondos FEDER y así. Hemos avanzado. Y tú sabes que no, que si hubiéramos avanzado, que a ver qué mierdas es progreso también; muchos esta tarde no iríamos y ficharíamos. Por qué no me levanto y me voy ahí todos los días rondando por la cabeza, con el cuerpo incapaz de responder a la demanda cerebral. Y sabes un poco por qué: porque nos hacemos la ilusión de que sí, pero no hemos sabido, o no hemos podido; darnos nada, construir casi nada, fuera de cuatro reacciones airadas a declaraciones desacertadas de mandamases (el problema no son las declaraciones, es el hecho de que sean mandamases). Y el concepto mismo de la intervención, se lo pregunta bien @AdrasteaQuiesce aquí ¿No intervenir como modo de intervención, como esos planes de macrorreforma en plazas que luego, con buen criterio, acaban siendo despachadas por la mera sustitución de un par de árboles? ¿Intervenir como no intervención? Están haciendo que quedarse en la cama pase a ser un heroico acto de resistencia. Aquí un combatiente:

<script>(function(d, s, id) {  var js, fjs = d.getElementsByTagName(s)[0];  if (d.getElementById(id)) return;  js = d.createElement(s); js.id = id;  js.src = «//connect.facebook.net/ca_ES/sdk.js#xfbml=1&version=v2.3″;  fjs.parentNode.insertBefore(js, fjs);}(document, ‘script’, ‘facebook-jssdk’));

[facebook url=»https://www.facebook.com/MusicForDeepMeditation/videos/10153357063979425/» /]

Hablaría de muchas cosas, ojalá tiempo. Ojalá poder hablar del tiempo en disputa, de cómo los procesos, antes garantía, han tendido a retorcerse hasta convertirlos en un obstáculo insalvable, del sentido de trabajar con las manos, del túper como metáfora del mal, de cómo el modo en que vivimos se justifica en que esta es una buena vida -no, servir con las manos o con la cabeza no es una buena vida-, sino que no se justifica, precisamente porque damos a muchos, a demasiados, una mala vida. Ojalá supiéramos cambiar las conjunciones copulativas por adversativas, porque todo lo que hacemos lo hacemos contra alguien, y normalmente con el aplauso de ese contra el que sí, contra el que de verdad, habría que ir. Seguiría preguntando cosas, como qué clase de mundo es este en el que EH Bildu va a presentar una ley de empoderamiento ciudadano. O qué clase de mundo es este en el que si te suscribes al Gara entras en el sorteo de un iPhone. O por qué esa nueva forma de colonialismo amable llamada turismo ya no deja en paz ni a los muertos, por si no les han sangrado bastante en vida. Lo que asumen esas tres cosas.

Agradecimientos

A la gente de Diagonal que un día, imagino que bajo los efectos de alguna sustancia, decidió que algunos de estos textos podrían publicarse los domingos. No se lo digo nunca porque me da vergüenza pero los respeto mazo precisamente porque sé que no van a ruedas de prensa de esas en las que haces un teatrillo del check and balance y parece que has hecho tu función y en realidad estás haciendo lo que quieren que hagas. Ay amigas, la rueda de prensa, ese sitio en el que estás salvando la democracia -si es que hay algo que salvar- haciendo una pregunta en un sitio en el que les interesa que estés para que les vean. Si fuera algo capital, estos cabrones no te abren en par en par las puertas de tu casa ni te indican dónde está el enchufe para el micro.

A Gonzalo que me regala libros y ejerce de terapeuta sin cobrarme (y eso que la primera vez que nos pusieron a hablar juntos era para que nos peleásemos).

A Pilar, Sarota, Víctor, Griseo, Antonio e Ignacio por los libros conjuntos y las rajadas conjuntas.

A Flamenca Stone por entrevistarme en la época en la que Podemos era aún una corrala.

A mis amigos africanos que siempre me ayudan hasta donde yo me dejo ayudar. A Ana porque me dejó la columna «Así no se va a los sitios» en su día, que fue germen impreso de lo que hoy es DeC. A Luis por ponerle nombre a esto.

A mis amigos de la vida real y a mi familia, que hacen la parte compensatoria porque la mayoría no sabe ni que tengo un blog pero cuyas conversaciones siempre me dan material, porque, claro está, los posts los escribimos entre todos :D.

A quienes esto leen, para mi sorpresa, algunos de manera asidua.

A todos:

¡¡Gracias!!

Al fin y al cabo, no dejo de ser la misma niña que se quejó con nueve años de que no nos dejaran disfrazarnos en carnaval, hizo pegatinas para toda la clase y cuando vinieron los profesores todos se las quitaron, menos yo. Mi madre fue la única a la que llamaron a hablar con dirección nada menos, por esa gilipollez. Y la que dejó su trabajo con 200 euros en la cuenta porque no le apetecía que ningún caciquillo local le chuleara con el sueldo, que no tener nada tiene este tipo de ventajas como poder dar muchos portazos a gente que se cree que infunde miedo y respeto y mira, ni lo uno ni lo otro. Si no tienes, no hay nada que mantener. Y volvería a hacer las dos cosas, claro. Y ahí sí, entre todos estos acontecimientos hay una carretera perfectamente llana. Y entre eso y los tres o cuatro principios de DeC (que abajo el trabajo, que resistir no es vivir, que aunque todo esté perdido siempre queda molestar, escribir para no asesinar y que al fin y al cabo, a la gente lo que le pertenece es su propia vida), que no están escritos en ninguna parte y acabo de inventármelos, igual. Y la importancia capital de no solo saber, sino también de crear las condiciones (mentales, externas), para decir que no.

https://www.youtube.com/watch?v=y5Rl98-Txmk

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Hoy ha sido el segundo domingo de regatas en la bahía de La Concha. Para quien no esté demasiado familiarizado con el remo, se trata de una competición en la que, en categorías masculina y femenina, ocho embarcaciones (dos tandas de cuatro), bogan por la bahía donostiarra para hacerse con el que es el trofeo más importante de la costa cantábrica en la modalidad.

Y hoy me he dado cuenta de por qué lo veo todos los años, y de por qué hace tiempo que prefiero verlo por la tele. Es por los PATRONES, cosa que no casa nada con la línea editorial de este blog. Cuando estás disfrutando de la fiesta por las calles de la parte vieja la competición no la atiende NADIE, estás en un bar y preguntas que quién ha ganado y con suerte ves un poquillo la tele entre sidra y sidra. A mí es que me reconcilia con la vida que los patrones y patronas metan esos gritos de ahí, chavales, ahí; sin mirar, SOIS LOS PUTOS AMOS (en serio, esto ha sido hoy en la tanda de honor de chicos) -¿te ha dicho esto algún jefe alguna vez sin ir enfarlopadísimo?-, coge ola, coge ola, hay que ir para la isla, acaba, acaba, esta es, ataca, saca pecho, atrás, OEEEEEEE, en tiempos en los que de tu jefe lo que te esperas es que te hable al estilo del MÁNECHMEN y te ponga un pagüerpóint mientras perora acerca de realizarte dando vueltas por un escenario que parece el altar de la iglesia. No. Remar durante 20 minutos es algo MUY PERRO y solo hay que ver cómo llegan los remeros a meta, que parece que se van a partir por la mitad. Sin embargo, el señor que grita, a diferencia de lo que pasa en tu curro, no está tentado de hacerse el Cristiano Ronaldo y beneficiarse del esfuerzo colectivo para capricho personal. El remo es genial.

Sí a los patrones de remo y a gritar. NO a la peña taladrada del área de recursos humanos hablándote «por objetivos».

(Para quien tenga curiosidad por ver de lo que hablo, dejo la regata masculina del año pasado). Primera tanda a partir del minuto 18, segunda tanda a partir del minuto 43.

 

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