Tener mundo
Lleva ya de unos años para acá gestándose una corriente de gente deseosa de contarnos cada vez que tiene ocasión que ‘tiene mundo’. Puede que al principio la idea de viajar en vez de veranear en casa de los yayos pareciera innovadora: un modo de terminar de una vez con la tradicional autarquía y cerrazón españolas cristalizadas en las películas dobladas, entre otras muchas cosas. De la noche a la mañana florecieron agencias de esas que te llevaban a Inglaterra un mes con una familia, veinteañeras recién salidas de la Escuela de Turismo iban “mazo ilusionadas” a hacer de au pairs y volvían a su pueblo castellanomanchego enfundadas en vistosas camisetas de los primeros Primark… Luego con las ayudas europeas conocimos las becas Erasmus, las Leonardo… En fin, muchísimas opciones.
Cuando alguien me aborda con cara de intelectual ‘con mundo’ para contarme sus experiencias en el EHTRAHERO yo doy un trago largo a lo que tengo entre manos e intento no echarme a temblar. De entre esta gente hay tres especímenes que me inquietan sobremanera:
1. EL DOMINGUERO DE RYANAIR
“Me he visto toda Europa con Ryanair (y he hecho el gilipollas atándome el portátil con cinta aislante al pecho para no pagar exceso de equipaje –esto, claro, nunca lo reconocerán-)”. Aquí han de activarse todas nuestras alertas cuñadas. El sujeto en cuestión es de los que dice que viaja ‘para desconectar’, pero cambia la foto de perfil de FB/Twitter coincidiendo con la llegada a un nuevo destino y además pone el monumento más representativo del sitio, no uno secundario, SINO EL MÁS IMPORTANTE, no vayamos a quedarnos con dudas de dónde se encuentra. También cabe decir que es gente que tiene 800 amigos en FB –porque son gente viajada-, pero que luego se hace autofotos con las letras de I AMSTERDAM de fondo y cosas por el estilo. Cuando van a comer a casa de su abuela en Ciudad Rodrigo no activan la geolocalización. En cuanto se bajan del avión en el aeropuerto de Bruselas, sí
Su experiencia de viaje no consiste sólo en el viaje, sino en contárnoslo a los demás. Ese periplo en el que ha estado en 20 sitios en un día, le ha “cambiado la vida”, tratará de convencernos (es pertinente aquí recordar, por qué no, el anuncio de Micralax –volveremos a él-). Nos dirá que ha ido al museo x (cuando no ha estado en un museo de su ciudad natal en su vida), ha tomado la bebida local y y la comida local z (cosas que ya ni los locales toman, porque son “para turistas”). Y luego viene un postviaje mucho más dilatado en el tiempo: figuritas de recuerdo que sólo sirven para coger polvo (abordemos de una puta vez que los souvenirs son una horterada, especialmente aquellos con el nombre de la ciudad puesto BIEN GRANDE) perfectamente alineadas por los siglos de los siglos en un estante del salón. Siempre hay una foto de Primera Comunión cerca (o del susodicho, o de su hermano, o su sobrino…).
Pero pongámonos serios: Ryanair no deja de ser un ALSA con alas, lo cual posibilita una mera ampliación geográfica, gracias a la mejora y el abaratamiento del transporte, de los límites del dominguerismo tradicional: ahora PAQUI puede ir con sus hijos a los fiordos noruegos y comerse un bocata de chorizo de Pamplona, cuando en otro tiempo sólo hubiera podido llegar a la Bahía de Cádiz. La movilidad social ascendente era esto.
2. EL QUE VA ‘A AYUDAR’
Casi más miedo que los primeros, que no dejan de ser una ramificación del cuñadismo estándar. Aquí directamente no sabes a lo que te vas a enfrentar. Quizá el que te dice que ha ido a “encontrarse” (siempre se encuentran en otro continente que ni es Europa, macho) porque nuestros valores sociales se han corrompido y demás. La alerta cuñada ha de activarse cuando escuchamos ‘nuevas culturas’, ‘nuevos valores’ y la alarma ha de sonar cuando vemos una foto en FB de ellos rodeados de niños negros. Una vez fui a un curso de cooperación al desarrollo y una de las chicas, ante la eventualidad de encontrarte en un poblado indígena sin nada que hacer en un momento dado (vamos, muerto de asco porque su ritmo de vida y el nuestro nada tienen que ver), habló de que era necesario –atención: redoble- “gestionar los tiempos muertos”. Dad gracias a que no tenía ningún cuter a mano y hoy puedo escribir esto, porque no sabía dónde meterme.
El primer español que mandó a su hija de ‘gap year’, copiando el modelo anglosajón se creería un puto visionario, pero, desgraciadamente, como todo lo que se democratiza en nuestro país acaba siendo de un choricero que asusta, con el agravante de las buenas intenciones además. No me resisto a contar mi propia anécdota de cuñada: cuando estaba trabajando en una ONG de Escocia, a la hija de mi jefa (17 años), se le ocurrió que quería ir como voluntaria a cuidar niños de la calle a Sudáfrica. Mi jefa tuvo que montar diversos eventos de crowdfunding para sufragar tan noble iniciativa con 4.000 libras esterlinas. Que no os engañen: esto NO es muy diferente a que se te antoje un bolso de Prada del mismo importe. Por no pensar que el capricho de la tierna tineiyer podría ir en detrimento de personas con una formación específica para la educación y el cuidado de niños que aparte de situaciones familiares jodidas, pueden tener enfermedades que van bastante más allá de un catarro, pero claro, a ella esto ni se le pasó por la cabeza. La experiencia nos dice que las buenas intenciones acaban contaminando ríos por lavarse el pelo con Vidal Sasoon. “Encima que mi Vanessa iba a ayudar, a conocer su cultura y a dejar divisas”, que escribió Pérez Reverte.
Luego está el gap year destinado básicamente a la fiesta, éste, de momento, sólo patrimonio anglosajón (el último párrafo de este link es sublime). Un Gandía Shore de un año disfrazado de enriquecimiento cultural, vamos. Lo que me inquieta es que haya padres que piensen que sus hijos van a conocer mundo. Bueno, pues en realidad no: vuestros retoños sólo van a conocer drogas mejores y más baratas.
3. EL QUE TE CUENTA QUE EL SITIO EN EL QUE HA ESTADO ES EL MEJOR
Aquí entra la ralea de retrasados que chupan avión por un tubo para llegar a la Riviera Maya y no salir del puto complejo hotelero cuando puedes hacer lo mismo en Canarias por menos de la mitad de precio. Pero claro, no olvidemos la idea de ‘EXPERIENCIA’ (muerte a la gente que te regala cajitas compradas en FNAC/Corte Inglés con esto), que parece ser deudora de ‘cuanto más a tomar por culo te vayas, mejor’.
Volviendo al asunto Micralax, aunque estés estreñido tienes la sensación forzadísima de que has, por cojones, de disfrutar porque te has gastado una pasta y porque el sitio en el que estás viene recomendado en ‘1001 lugares que hay que ver antes de morir’. Tu recuerdo, pretendidamente imborrable, LIFE CHANGING, del Empire State empañado porque te estabas meando. No puedes consentir que nadie sepa eso. Yo no sé quién puede disfrutar así. Qué presión.
Otro sector es el de la gente que se decide a irse a vivir a lugares inexplorados como Londres o Nueva York. En el primer caso no es raro que el cumplimiento de sus expectativas profesionales y personales haya pasado por currar en un McDonald’s de la City al que les costaba una hora de metro llegar y en el que nadie les daba las gracias por nada y durmiendo en un puto squat (que no os engañen con un falso espíritu anarquista, realmente no podían pagar más). En esencia, es la misma gente que te hubiera restregado su ropa comprada en Oxford Street de haberles ido bien, pero claro, como NO, pues hay que adornarlo. Acaban volviendo a España arruinados y pidiéndote tabaco. En el segundo caso, si a los miembros de la Nación Cuñada les dices que a ti no se te ha perdido nada en Nueva York, te recordarán que Frank Sinatra le dedicó una canción (pero todos parecemos olvidar que Serrat hizo lo propio con Badalona), y que “ahí es donde se mueve todo lo de el mundo, chocho. AHÍ TIENES QUE IR”.
Último apunte de este apartado, y tendencia que también me inquieta: la sustitución de Nueva York por China. Hordas cuñadas yendo allí cuando sabemos que en su vida han comido un rollito de primavera –es más, es que les dan hasta asco- y saben de Mao de refilón. Pero lo saludo. Ellos nos dicen que hay que ir ahí “porque van a comerle la tostada a los Estates en lo de potencia mundial, y yo quiero estar ahí pa’ verlo, quilla”. Ojalá no vuelvan o nos condonen parte de la deuda que nos compraron usándolos como mano de obra barata.
En fin, aquí como en todo, lo mejor es relajarse, no obsesionarse con tener más chinchetitas en TripAdvisor que el vecino, ir a sitios que a uno realmente le interesen, y no en función de que esta semana en la web X hay una oferta para –inserte aquí su nombre bizarro de aeropuerto de segunda de esos en los que opera el bajo coste-. Gente que ni sabe lo que hay en esas ciudades ni mucho menos situarlas en un mapa. En fin: prefiero ciertas parejas tiradas en el sofá viendo Hay una cosa que te quiero decir, que haciendo el ridículo pensando que están recuperando el tiempo perdido yéndose de viaje a sitios en los que apenas pueden comunicarse con nadie, cuando lo más que van a hacer es traerle “alguna cosita de comer de recuerdo” a la del segundo.
El nacionalismo/la ignorancia/la idiocia… se curan viajando. Ya veis que no, que sólo se canalizan de modo diferente.
Coged algún libro o revista. Nuestra casa es OK.
Creo que Australia también ha sido un sustituto de Nueva York, eh? Que para estudiar inglés y tal… Perdón, “and so on”! Es el súmmum de cuanto más en la mierda mejor.
A las figuritas y similares, las azafatas las llamamos ‘paquecos’, ‘pa qué coño lo he comprado’.
Felicidades por el post.
Absolutamente genial.
Conozco un que volvió de Tailandia con un huevo negro que rezumaba un liquidillo…. negro también. Tuvo que ir al médico, ante los dolores. A saber que había hecho.
Yo tengo un problea. Y es que el turismo gastronómico es el que más me gusta. Luego van las piedras.
De cuñados está el mundo lleno; tengo una amiga que es de las que se fue a la India por misticismo y durante el tiempo que estuvo llenó Fb de fotos suyas rodeada de niños sonrientes… a la vuelta proclamaba que no había visto un solo “niño pobre como los de la película esa de quién quiere ser millonario” [sic]
El mal tiene un origen. Crecimos viendo hordas de ingleses y alemanes invadiendo nuestras playas para ahogarse en cerveza y dijimos “nosotros somos mejores”. Nos convencimos de que las vacaciones eran para hacer cosas importantes que por supuesto había que compartir y empezamos a coleccionar guías, imanes de nevera y fotos. Muchas fotos. Visitar una ciudad y no fichar en un museo local pasó a ser una actividad clandestina, “me he pasado 5 días callejeando y bebiendo pintas en Londres” dirás medio avergonzado temiendo el reproche y la incomprensión. Mientras tanto Peter de Manchester nos visita, explota el triángulo sol-descanso-colegas y no tuitea sobre ello porque no sabe si está en Málaga o en el Algarve. En ésto, como en tantas cosas, los europeos nos llevan años de ventaja.
Bad milk destila este post, acertadamente además.
Jamás viajé de turisteo al extranjero (al menos con las fronteras actuales del estado ejjpañó), he sufrido el rollo cuñado guay que describes y peor aún el del “intelectualismo internacionalista”, los que para cualquier crítica a chiringuitos de parásitos tipo ONU, UE, etc la callan con eso de “si hubieses viajado no dirías eso”.
Yo he estado 5 años por ahí fuera, por curro, en varios países. Se que me va a juzgar por esto, pero como yo digo, si no hay dinero de por medio, yo quiero poder ver un poco Telecinco cada día.
P.D: faltan lo de los cruceros por varios países, otra plaga.
Pues, sinceramente, desde que pasé una noche en un calabozo en Ucrania colocado y exclusivamente con las calzonas todo me parece cuñadismo.
El caso es que el típico cuñado te cuenta el viaje como si a alguien le interesara el muy hijoputa, más repetitivo que una cazuela de callos.