22 enlaces por si te vas a empiltrar a las 00.30 horas en Nochevieja (y un hasta luego)

Siguendo la tradición de años anteriores (I y II), y con vocación de servicio público y gratuito para todos aquellos que os negáis a pasar la primera noche de 2020 sorteando potas y/o aguantando a vuestros familiares, dejo los habituales enlaces de cosas que he leído por ahí en la última parte del año y que me han gustado.

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Pongo una mierdifoto de la bahía de La Concha, que siempre gusta, el día de navidad, para que no parezca que hay tanto texto.

Como no voy a hacer una gira de despedida de tres años como Berri Txarrak, vengo a decir mi escueto hasta luego a este ya casi obsoleto canal de comunicación para 2020, que tiene siete años largos, con sus momentos de apogeo y de declive y también merece descansar un poco. En el año que entra no habrá publicaciones nuevas y, si no he fallecido, DeC regresará ya en 2021. Seguiremos, eso sí, con @enchandal_ activo (pero no mucho) y con nuestra muy breve colaboración mensual en El Salto (suscribirce!).

Y bueno, que yo tengo mi curro de 40 horas semanales con su ordenador de serie y lo que me apetece cuando llego a casa es prácticamente tirar el portátil por la ventana, la verdad. Antes de convertir esa posibilidad en un privilegio -al fin y al cabo no ganamos dinero de aquí, y viendo las idas de olla de algunos personajes que pululan por las redes facturando a 40 euros el artículo y echando extras en Twitter a 0 euros para “mover”, casi habríamos de felicitarnos por ello-, prefiero tomar la decisión de un año sabático de DeC de manera consciente. Lo que veo en los entornos digitales es que no se sabe parar o que, simplemente, no se tienen ganas de hacerlo -sea por precariedad, sea por pura adicción a la marca personal; hay unas zonas muy grises entre ambas- y esto en las iniciativas, o en las personas, que tienen alguna clase de posicionamiento político lo veo como un problema. ¿El resultado? Debates políticos cada vez más absurdos y sobre todo mitóticos: debate para generar debate, debate -y ya es mucho llamarle “debate”- generador de excrecencia pura que carece de toda utilidad más allá de reproducirse a sí mismo y de ver qué ha dicho este y qué ha hecho el otro. Que tengamos nuevas Terelus pseudopolíticas de a 100 pavos la tertulia menos IRPF (algo que, curiosamente, cada vez intenta más gente, a pesar de lo mal pagado que está) no solo no politiza nada, sino que interrumpe la posibilidad de ir más allá de la propia generación de contenidos. Vídeos de 15 segundos con zasca y no sé qué pollas más. Los colectivos feministas y otros relacionados con el cambio climático ya empiezan a hacer ver esta dicotomía entre hablar/actuar y la comentan en sus intervenciones (aquí también habría que ver a qué llamamos “actuar” en cada caso, y quiénes son “los que actúan”. Yo creo que nosotros no actuamos mucho, ocupamos mucho sitio, pero eso no es actuar). Es muy posible que la comunicación, al margen de no ser una solución, se esté convirtiendo en un problema. Y bien gordo. Me gustó cómo lo aborda Gorka Bereziartua en esta intervención de radio (EUS) que plantea que imagines que te quitan Facebook y Twitter y dejes de ser activista.

Habrá que ir a otros sitios, y si no se sabe a dónde, mejor siempre no hacer nada (que no tiene por qué ser complicidad con EL MAL, por cierto).

El pasado viernes 13 presenté en Santander mi librín Al menos tienes trabajo (podéis comprarlo como regalo de Reyes online aquí y físicamente aquí si queréis que vuestro cuñado tenga pesadillas) y a lo largo de toda la exposición dejé claro que me preocupaba bastante cómo algunas cuestiones que versan sobre la imposición o la maquinaria del poder se tratan como meramente divulgativas, como si fueran confrontables con algún tipo de espectáculo, material o programa político para las instituciones. Vengo con un plan y, ¿cómo no les voy a convencer, si lo que digo es absolutamente lógico? Se convocan presentaciones -también las mías, claro-, se hacen actos, eventos, se genera contenido alojado en sitios pertenecientes a multinacionales (como dice una estimada cuenta candado de la red social del pajarito, es relativamente fácil -si vives en ciudad- ser anticochista, pero la suscripción a Netflix –y su consumo casi bulímico- no plantea conflicto) pero no hay ningún tipo de estrategia detrás -en la parte de los tejidos organizativos no me voy a meter- más allá de algo que podríamos englobar dentro del maldito término de la “visibilización”. Cabe recordar que la economía financiera no se visibiliza, simplemente se imponelos currelas sabíamos intervenir en la economía productiva, en la financiera no; ya podían dar un poco de formación para este tema y no hacer cursos like fucking churros sin ton ni son porque tengo que facturar-. Y la respuesta de serie que hemos adoptado de forma muy entusiasta es la de que una serie de acciones que toman forma más o menos artística o discursiva ya van bien y ya estamos haciendo política así. Hablaba hasta de una cierta “nostalgia de la clandestinidad”, o por lo menos, de que si vas a hacerte visible, sea después de haber dado un golpe como dios manda. Los del ISIS te hacían esos vídeos de superproducción hollywoodiense cuando ya se habían cargado a alguno, no se dedicaban a divulgar ni su día a día, ni su labor ni dónde guardaban los arsenales ni nada de esto. El Zutabe de ETA no se colgaba en Issuu (no sé si son los mejores ejemplos, son los que se me ocurren).  Traído esto a nuestro marco “no estamos en guerra”, me flipa, por poner un ejemplo tonto, que se publiciten en canales abiertos las técnicas que se utilizan en los talleres de autodefensa feminista (en los que expresamente se indica que lo que allí se dice o hace, allí se ha de quedar). Es la fantasía del proselitismo comunicativo sin tejido social.

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Objetivo 2020: desmitificar ya por completo la puta pyme de los cojones, sobre todo si sus jefes son “ideológicamente afines” (o sea, más negreros que nadie).

Y desde aquí hemos pasado a una cierta retroalimentación con “los de enfrente” por la famosa irrupción de las tres letras gracias a la impagable colaboración de los medios tradicionales, pero también a la contribución (por muy involuntaria que se pretenda) de algunos de sus detractores, que están queriendo hacerse un nombre a costa de cierta idea de “antifascismo comunicativo”. Desde sus humildes cuatro seguidores y medio, DeC no va a contribuir a esto -versión heroica- y además, y dado el tiempo que me ha tocado vivir en el que todo (desde los orgasmos hasta las reacciones airadas a la última gilipollez que haya dicho la presidenta Ojosdelóker) tiene que ser para ya mismo, tengo la suerte de ser un poco vaga y de saber cuándo es apropiado serlo -versión menos heroica pero mucho más ajustada a la realidad-.

Creo que es hora de parar y pensar en el rumbo de todo esto. Vale que nos han tocado unos años muy malos en los que no se va a ganar demasiado y casi todo va a ser aguantar y gracias, a no ser que entremos en una guerra a gran escala o haya un desastre financiero tocho que incluso toque a la parte de arriba, y súmale aguantar lo que te echen de los delirios geopolíticos yankis, chinos y rusos. Todo ello aderezado con que el intento de confrontar el odio puro que sufren muchos es la “divulgación”, en el peor de los casos el factchecking (aprovecho para saludar al chaval al que Ana Pastor mandó un lunes a las 10 de la noche a comprobar si existía Gales) o reseñar lo malos que son los malos (poniendo las etiquetas de malos oficiales en unas siglas concretas sin ver cuántas de sus características forman parte de los valores de la puritita democracia liberal -saludo también a mi casero, ya que estamos-). Al final aquí lo raro es que esta gente no haya aterrizado antes –aunque estaban muy aterrizados en la casa común de la gaviota, por eso de la democracia liberal que comentábamos-.

Ante el inminente riesgo de que cada uno de nosotros se esté convirtiendo en una micropyme pensando que en realidad es parte de una enorme empresa política, tocaría ir desinvirtiendo, tocaría estar en las empresas tratándolas como lo que son: un problema, y plantearnos si lo que queremos es hacer cosas nosotros o impedir que sean los otros quienes las hagan. Si estamos en un tiempo de construir mayorías o (viendo a algunos familiares, vecinos y compañeros de trabajo que tenemos) a lo mejor no tanto. Decidir si convencer o combatir. Dilucidar si lo que estaba bien en los entornos comunicativos de los años 90 sigue valiendo en los entornos sobresaturados (y digo muy conscientemente sobresaturados, y no simplemente saturados) de los (ya) años 20, que se tiene muy claro que el papel se muere y el online lo peta, pero ay, que resulta que igual nuestro trabajo se pierde en un río de mierda también pero no queremos verlo. Las cosas están pasando fuera, me va dando la impresión de que hay demasiadas personas convirtiendo -como también ocurre con el trabajo– el online en un fin más que en el medio que es (y yo desde luego quiero evitarlo) y lo que en mi humilde opinión se necesita ahora mismo es bastante, pero bastante, menos visibilidad para dar golpes un poco más certeros y no considerar cada difusión masiva de no sé qué mierda que se me acaba de ocurrir como una victoria, porque no ha mejorado las vidas de casi nadie.

Feliz 2020.

One response to “22 enlaces por si te vas a empiltrar a las 00.30 horas en Nochevieja (y un hasta luego)

  1. Un año más, gracias por los enlaces y la fotaza de la playa. Estoy de acuerdo con lo que dices y, por supuesto, también con que dejes esto abandonado hasta el 2021. Si sientes que ya de por sí tienes demasiado contacto con ordenadores al día o que ya de por sí te pasas el día escribiendo demasiado, es lo mejor. Que es decisión tuya, pero también lo veo algo totalmente normal. Por supuesto, ni que decir tiene que a este blog seguiré suscrito. He aprendido muchas cosas gracias a tu blog y me ha ayudado, de verdad.

    Te digo también algo que no me atrevo a decirte en la red social del pajarito azul: te recomendaría descansar de tuiter también. Sinceramente, no sé si será cosa mía, pero desde hace bastante tiempo te noto muy cansada de tuiter. Tomate tu tiempo, no tiene porqué ser mucho o poco tiempo. Lo que consideres, de verdad. Tú ya sabes muy bien dónde encontrarnos a todos/as.

    ¡Gracias! 😀

  2. Vaya, pues una pena, a pesar de no estar de acuerdo con varios de tus posicionamientos el estilo con el que escribes está muy bien y los posts son muy entrenidos. En todo caso, cada uno con sus tiempos, sus motivaciones etc etc etc es respetable. Ójala haya posts en 2021 y si no los hay gracias por los que ya hubo.

  3. Qué magnífica lucidez y que bonito lo comunicas sin florituras. Comparto la perspectiva y el análisis de fondo. Mucho ruido, demasiado ruido, pero seguimos instalados en el largo ‘impasse’ de ¿cambio de época?, lo viejo no muere (reacciona/distopía) y algo nuevo no acaba de nacer (horizonte/utopía). Me parece especialmente interesante esa idea de la clandestinidad, imagino ese estilo/universo ‘Komando Gopegi’..
    Epa, Buena ventura y buen camino para 2020

  4. Poco después de leer este lindo texto, me he encontrado con una experiencia/herramienta interesantísima: ‘La constelación de los comunes’
    Nota: Dejo enlace https://www.youtube.com/watch?v=woNW1VwbISA
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    Indispuestas con un mundo inapelable, hay gentes que se reúnen, trabajan, construyen, deconstruyen, imaginan o dudan en torno a un eje: el del común. Ese motor, profundamente anticapitalista y retador, genera movimientos en todos los territorios y no depende ni de presupuestos ni de convocatorias, sino que su combustible es la convicción de la necesidad de otros muchos mundos posibles.
    Palmar Álvarez-Blanco ha estado meses recorriendo el Estado para detectar las formas dinámicas de esa constelación de los comunes y ahora, después de recoger experiencias y grabar testimonios, va a devolver a esos colectivos el resultado de una investigación [siempre abierta] que rompe con muchos tópicos.
    Os invitamos a esa devolución. Seas o no de una de esas ‘estrellas’ del común, participes o no en esos procesos, sabemos que te va a interesar conocer esta cartografía en marcha, ese caminar con-junto-desde las otras.
    ¿Por qué una constelación?, se pregunta Palmar Álvarez-Blanco, activista e investigadora socio-cultural, y se responde: “Pues porque cuando se cruza el umbral del capitalismo se apagan todos los letreros luminosos que alumbran la ficción capitalista y nos envuelve una aterradora oscuridad. Entonces, como les ocurría a los viajeros por tierra y mar en la antigüedad, la única guía en la noche cerrada son las visiones constelares que nos sirven de guía”.
    Conoce este archivo y memoria de una posible constelación construidos entre 2017 y 2019.

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