Escatocracia

Llevo unas cuantas semanas hablando con gentes de todo pelaje sobre temas de desigualdad, movilidad social, distribución de renta y todas esas cosas que están de moda ahora que YA PARECE QUE VAMOS METIENDO EN VEREDA a la gente sobre que no es que las clases hayan vuelto, sino que nunca se fueron. Y en este contexto emerge una cuestión quee quiero iniciar aquí, no sé muy bien cómo sobre POR QUÉ a la vez que se ha abierto este debate de una puta vez no hemos abierto otros que resultan más naturales y evidentes. Y me refiero, por poner un ejemplo rápido, a por qué no hablamos de una cosa tan sencilla, barata, HUMANA en definitiva, como es cagar.

Cagar como política de protesta:

Si la energía es algo que no generamos nosotros mismos, por mucho que los anuncios de Endesa y la Once se empeñen en ponérnoslo bonito, y los consumidores llevamos ese pecado original llamado déficit de tarifa (que nadie ha logrado explicar de manera clara, sobre todo no han explicado QUÉ HACEMOS MAL para ser nosotros los que lo pagamos, a no ser que “ser nosotros” ya esté lo suficientemente mal, que sospecho que como siempre, sí), habrá que empezar a pensar en que a lo mejor SÍ que tenemos una energía (nuestra caca) que puede tener diferentes usos. No sé, cagar en la puerta de las empresas, por ejemplo, de tu empresa, de las eléctricas o de lo que sea. Como respuesta a sus ofertas de mierda. Mandarles sobres con mierda. ¿Por qué se multa cagar en la calle y no se multa esto? ¿Por qué una caca es vergonzante y lo otro son “cosas de la libertad de empresa”? ¿Por qué lo realmente natural, biológicamente inmutable por ahora, esto es, CAGAR, se oculta y lo otro se llama “mejor está ahí que en el paro”? La visibilización de la mierda, de eso que generamos nosotros mismos (EMPRENDIMIENTO) como un grito de, eh, mira, no tengo nada que perder y encima no te tengo ningún miedo. Su caca, señora o caballero, sospecho, por mucho que usted crea ser un visionario, que no es muy distinta a la mía (no me voy a detener en detalles de dureza y textura porque todos cagamos prácticamente a diario y no hace falta que vayamos a clase de nada para saber de qué va el tema. Que será el único reducto en el que todavía no quepa la especialización). Usted puede creerse mejor, pero caga igual que yo. Eso jode, porque no puede abrirse un discurso “meritocrático” de la caca, por ejemplo.

Contra la violencia del sistema, la fiereza indomable de la caca inoportuna y espontánea. Transformemos aquellos abrazos gratis de la época de bonanza en cagar como política de protesta, como visibilización de la necesidad del conflicto (no evitéis el conflicto, recordad que no hay nada que perder ya, ¡FOMENTADLO!).

Cagar como modo de cohesión social y como safety net (ningún post sin su anglicismo innecesario):

Seguro que todos habéis hablado con alguien sobre cagar alguna vez. A vosotros no sé, a mí hablar de cagar me une con la gente, en ambos sentidos: cuando hablo por primera vez de cagar con alguien sé que rompo una barrera con esa persona y pasa a formar parte de mi núcleo duro (sí, trato a mi red de amistades un poco como si fueran ETA). A su vez, con el núcleo duro es con el que más veces hablo de cagar (lo cual retroalimenta la posición de estas personas en dicho núcleo).

mojon cris
Un mojón así de grande.

Siendo un acto individual, como es algo que hacemos todos, tiene bastante fuerza para la cohesión (más que los sindicatos seguro). Cuando ponemos en común cosas sobre cagar dejamos de verlo como un acto incómodo, y pasa a ser una celebración unitaria. Aquí sí podemos decirlo: cagar es una bendición. Un cáncer no es una bendición, que te echen del trabajo para “reinventarte” no es un bendición. Cagar sí lo es, es una bendición diaria, es una bendición que algunos tenemos la suerte de tener varias veces al día. Cagar es un juego de suma positiva (yo no perdería nada si alguien de mi entorno lograra cagar las 2-3 veces al día que cago yo). Y no, no trato de hacer la necesidad virtud, ni siquiera de todo ese rollo de apreciar las pequeñas cosas, sino más bien de destapar un tema que está, sinceramente lo creo, deliberadamente tapado. Nos iría mucho mejor si en los centros de trabajo se hablara abiertamente de cagar. Hablar sobre cagar nos humaniza y nos hace ser más solidarios con el prójimo. Es más probable que le prestes ayuda a alguien con quien has hablado sobre cagar en algún momento que a alguien a quien no.

¿Y no es mucho decir que lo de cagar se oculta deliberadamente? 

Qué coño va a ser mucho decir. Dejémonos de afirmar que no se habla de cagar porque se trata de un acto íntimo. El sexo también lo es y es lo más visto en Internet. Digamos la verdad ya de una maldita vez: cagar se oculta porque el cagar nos iguala. Cagar, como el cáncer, es democracia real y efectiva, nada de representativa y asamblearia y su puta madre, no. REAL Y EFECTIVA. Y eso hay gente que no lo puede soportar. Y en esta época en la que un grupo lo suficientemente numeroso de soplapollas invaden nuestro espacio y nuestro tiempo sin pedir permiso ninguno (haceos dueños de vuestro tiempo también, ¡maldita sea!) y hablan de “estímulos correctos”, “cualidades innatas” y genetismo en general siendo la mayoría de ellos más feos que pegarle a un padre con un calcetín sudao,  es importante resaltar eso, que hay actos realmente naturales –cagar- que vienen en momentos inoportunos, que las ganas de cagar no preguntan si estudias o trabajas, ni dónde vives, ni qué quieres ser, ni si has hecho un curso de AutoCad. Sobre todo, y esto es lo que merece más la pena de cagar, no preguntan de dónde vienes, porque ellas -las ganas de cagar- ya van a donde quiera que estés. Da igual que el apretón nos pille en una reunión del Ecofin que en el Banco de Alimentos. Es más fácil y más barato buscar tu autorrealización cagando. Piensa en el alivio que sientes cuando llegas a tu casa y cagas tranquilito en tu váter y piensa en el alivio de haber aprobado un examen. NI PUNTO DE COMPARACIÓN.

Y lo que jode del cagar también es que es algo de lo que no se puede hacer negocio, por lo menos aquí en esto que llaman mundo libre (recordemos que hay gente que muere por diarreas). No puede haber expertos en cagar, no puede haber coaching de cagar, NO SE PUEDEN CREAR NECESIDADES EN TORNO A CAGAR, en el sentido de necesidades sostenidas en el tiempo (las diarreas y el estreñimiento, afortunadamente Y TODAVÍA son puntuales por aquí, y de fabricar papel higiénico no creo que viva tantísima gente), no puede surgir una cultura del cagar igual que se inventaron una “cultura del esfuerzo” (cultura del privilegio de tapadillo, llamémoslo por su nombre, por favor) o una “cultura del vino”.  No puede crearse una cultura del cagar ni un consumo sobre el cagar porque todos podemos, por defecto, hacerlo, y si estamos sanos sin demasiado esfuerzo además. CAGAR NO SE PUEDE MONETIZAR, GRACIAS A DIOS. APROVECHEMOS ESO. Y no, con monetizar el cagar no me refiero a “en la estación de Atocha hay que pagar por entrar al baño”, sino realmente al hecho de que no deberíamos verlo como una necesidad, sino como un DEBER fisiológico. NO SE PUEDEN PONER PUERTAS AL CAMPO. Caga en la calle. Caga enfrente de la tienda que te trata mal, vuelvo arriba. Caga en los palacios de congresos.

Para cagar no se necesita autorización, cagar no exige regulaciones gubernamentales, no se puede dar privilegios a nadie con base en temas de cagar. No es como emprender, no es como la cultura, ES MUCHO MEJOR, y es la más amplia expresión de libertad humana que conozco. Ni El hombre en busca de sentido (típico libro que te ponen a leer para que veas que aunque estés muy jodido siempre puedes ser LIBRE DE PENSAMIENTO y obviar todo lo demás, que, qué cosas, IGUAL NO IMPORTA TANTO) ni leches. Cagar. CAGAR O BARBARIE porque en muchos casos, en muchas vidas, es lo más liberador que se hace a lo largo de la jornada.

Cagar sí es natural. Cagar SÍ SON cosas que pasan. Que no os líen con idiomas, historia, experiencias… Cagar sí que nos une. Aunque a alguno le joda que se le rompa la atalaya del privilegio. Tú cagas, igual que yo.

Por una democracia que dé al cagar el lugar que se merece. No solo puede hacerse, sino que DEBE HACERSE.

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