Hablando de subastas de obras de arte
Tengo una libreta del stand de Castilla y León de alguna feria de turismo -no una Moleskine- en la que pone que Castilla y León es vida -muy discutible esto, como hija de castellanos os lo digo- y que suelo llevar en el bolso. No suelo llevarla al trabajo, pero hoy ha dado la casualidad de que sí. Si pasa algo en el trabajo que merezca la pena apuntar, suelo hacerlo en el comandero, arranco la página y la guardo en el delantal. A veces guardo las comandas, a veces las tiro pero paso lo escrito en ellas a otro cuaderno, según. No soy nada sistemática.
El caso es que no es la primera vez que apunto una frase de Martin O’Malley, un pescador de aquí. No voy a entrar en detalles de la sabiduría informal de las profesiones rudas y bla bla bla porque nada más lejos de intentar impregnar las cosas de una bohemia que no tienen. Pero me gusta cómo las dice, porque las dice de verdad. Dice las cosas porque las piensa de verdad. Eso parecerá una gilipollez, pero es mucho. No las dice para convencer, no las dice para impresionar. Usa un lenguaje sencillo que consigue, por lo que sea, que yo dé vueltas a lo que me cuenta pero -importantísimo esto-, sin rallarse. Es la magia de que gente que no tiene nada que ver contigo llegue de algún modo a conectar, a captar tu atención. Eso a mí me pasa muy poco. Y cuando me pasa lo disfruto mucho. Y me gusta apuntarlo, incluso con esa letra de mierda.
Dentro de poco, la “y” de “money” te llega hasta Nueva York. Genial.