(Des)Amparo

Tirano Banderas, agaritado en la ventana, inmóvil y distante, acrecentaba su prestigio de pájaro sagrado (…)

Cholita, recoge la moneda. Si merito, hechas las investigaciones que me exigen las leyes, hubiera lugar a darte más alguna cosa, no te será negada. Recoge la moneda. Si tienes alguna papeletita al vencimiento, me la traes luego y procuraré de alargarte el plazo.

Ramón del Valle-Inclán. Tirano Banderas.

ImagenHe establecido una relación de amor/odio con esta foto. Porque me ha jodido el fin de semana pero como contraprestación me ha ayudado a ordenarme la cabeza. A una le alivia mucho saber que todos sus problemas, filias y fobias han sido capturados por alguien que no es ella y pueden serle explicados a un tercero de manera resumida –y sí, ya sé, muy reduccionista- sin tener que hacer titánicas conexiones mentales. Así que he decidido imprimir esta foto, llevarla en la cartera y enseñársela a quien sea cada vez que me pregunte qué (me) pasa. Recojo la descripción de la instantánea que hace Radio Valencia Cadena SER:

Los socialistas denuncian lo que consideran una nueva prueba de la actitud dictatorial del alcalde de Gandia, el popular Arturo Torró, al trascender una fotografía en la que el primer edil aparece pronunciando un discurso ante una plaza abarrotada de vecinos y en la que en segundo plano se ve a una responsable de protocolo del Ayuntamiento, arrodillada detrás del primer edil, dictándole el texto. La instantánea se tomó en el acto de la Crida de las fallas de Gandía. La concejal socialista Diana Morant denuncia además que Torró ha decidido dejar de suministrar información del Ayuntamiento de Gandia a la revista “Gent de la Safor” por haber publicado la fotografía.

E independientemente de las acusaciones políticas, y por seguir con la coña de este tuit, pensemos en esa chica de rodillas, en Amparo, durante un minuto. El arrodillamiento pío del posible máster de 11.000 euros en Artes de la Comunicación de universidad privada para tratar de tener “un buen puesto en el Ayuntamiento”. La responsable de protocolo en la postura más antiprotocolaria posible, por no hablar de lo mal que nos invita a pensar también la posición del alcalde. Una no puede más que acordarse, metafóricamente siempre, de ‘Si te dicen que caí’, de las meucas a las que se da la espalda una vez terminada la faena; de los cuadros que los espectadores que están abajo podrían pero no llegan a presenciar porque ella se agacha y baja la cabeza. Si nos esforzamos podríamos llegar a ver a la ventrílocua. De hecho nos podemos hacer a la idea de que está. Pero no, porque buena parte de su trabajo consiste en que su labor sea invisible. No es casualidad, por lo tanto, que sea una mujer. Amparo mileurista, humilde, buscando la estabilidad de una nómina, buscando rutinas a las que agarrarse, sin importar demasiado en qué consistan, como cuando veías el informativo de Carrascal y ya sabías que hacia el final iba a decir eso de “estas son las fotos de los terroristas más buscados”.

El concepto es tremendamente bello. Una posible licenciada en Comunicación arrodillada no ya delante de un cargo público, que también se hace, para pedir trabajo y exclusivas –o filtraciones-; sino detrás, anulada por completo. Humillada en el sentido original de la palabra. Y El Pueblo ™ ignorando la situación, pensando que si escucha devoto al señor del balcón a lo mejor pueden algún día ocupar un cargo parecido al de la chica de rodillas.

Se pueden decir muchas cosas tratando de darle intensidad a una simple foto de una publicación local. Habrá para quien la instantánea tenga un valor mínimo precisamente por eso, porque, EH,  no es del New Yorker ni va bajo un epígrafe de The Pain in Spain ni está en blanco y negro (sí, el b/n se lo he puesto yo aquí para que esto parezca culto). Aquí no somos nadie para tocarle los cojones a Amparo con superestructuras que la oprimen, ya que nos contestará con lo evidente: que si estaba de rodillas era porque llevaba falda, y que de haber llevado pantalón podría haberse sentado en el suelo. Que ese tipo de cosas entran en el sueldo y demás. Al final la realidad siempre es mucho más prosaica. Pero esto que pongo aquí viene mucho más por la reacción del alcalde a la publicación de la foto que por otras razones. Porque me imagino que el fotógrafo, al darle al botoncito, no quiso que yo me acordara de Marsé ni del esperpento ni de la crisis de la prensa ni de las élites mesiánicas ni de nada de lo que pone arriba y sí, en cambio, quería terminar su mierda e irse cuanto antes a su casa.

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Ejemplo práctico de élite mesiánica: Dejad que los niños se acerquen a mí, que yo me encargo de todo.

Así que no sé si lo correcto es ponerme en la piel de Amparo o del fotógrafo o de quién. Lo único que sé es que ha dejado de interesarme ya toda la afectación impostada, todas las performances, toda la gente que quiere ‘salvarnos’ y Rubalcaba hablándonos de los cubos de basura. Mientras todo eso pasa, lo cotidiano sigue ofreciéndonos estas perlas, que no pasarán desde luego a la historia, pero que serán lo que yo recordaré de la crisis. Precisamente por no ser una escena especialmente desgarradora ni tampoco sofisticada. A menudo, cuando alguien gana un concurso fotográfico se le exprime hasta que da una explicación más o menos coherente de qué era lo que pretendía decirnos con su imagen, despreciando el ojo del espectador. Por aquí rezamos para que alguien algún día diga simplemente que consideró que la foto molaba y no intente darle ningún giro trascendental o forzarnos al resto a entenderlo de determinada manera.

De momento, esta es mi foto de estos cinco años. Porque es un espejo. Es hasta platónica, con lo del mundo de las apariencias y toda aquella historia. A mí me dice que si todavía estamos vivos no es por lo que vemos por delante, sino por lo que trabaja el de detrás. Me dice que el de detrás no se da cuenta de que tiene mecanismos para cargarse al de delante, porque su dependencia de él está tremendamente interiorizada. Me enseña lo tragicómico de quien sale de la masa para convertirse en alguien que trata con desprecio a sus iguales. Lo nuestro con las élites ya es un bad romance, que diría Lady Gaga. Y como espectador, El Pueblo ™, que según cómo vengan los vientos decidirá si el señor del balcón es bueno o un cabrón.

Pero sí, a lo mejor es mucho decir para una mierda de foto de una revista local. Y menos de Gandía.

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