Otro año de mierda

If reading books is to survive as a leisure activity –and there are statistics which show that this is by no means assured- then we have to promote the joys of reading, rather than the (dubious) benefits.  I would never attempt to dissuade anyone from reading a book. But please, if you’re reading a book that is killing you, put it down and read something else, just as you would reach for the remote if you weren’t enjoying a TV programme. Your failure to enjoy a highly rated novel doesn’t mean you’re dim –you may find that Graham Greene is more to your taste, or Stephen Hawking, or iris Murdoch or Ian Rankin. Dickens, Stephen King, whoever. It doesn’t matter. All I know is that you can get very little from a book that is making you weep with the effort of reading it. You won’t remember it, and you’ll learn nothing from it, and you’ll be less likely to choose a book over Big Brother next time you have a choice.

Nick Hornby. The Complete Polysyllabic Spree

Ha sido un mal año para el país. Vale. Pero no estamos escribiendo eso por esta razón.

Cuando el propósito número siete de tu lista para 2013 es “poner al día las cotizaciones de la Seguridad Social” algo estás haciendo mal.  Y lo hablaba con Majo mientras nos tomábamos unos rones cola nada más llegar yo a Irlanda: pueden transcurrir tranquilamente tres años sin que ocurra la nada más absoluta y de repente, en una semana te pasan un montón de cosas, que o son malas, o te rompen un plan, o te obligan a tomar decisiones precipitadas, de esas que crees que “por fin van a cambiar las cosas”. Y no. Después de sudar tinta china, resulta que vuelves a tu estado de ‘la nada más absoluta’ en el que llevas instalado esos tres años que decíamos antes. Y da exactamente igual que fuerces las cosas para que sucedan cambios o que simplemente dejes al azar hacer lo que tenga que hacer. A veces tiene que pasar ‘lo peor’ para que las cosas cambien, pero claro, no te das cuenta de eso hasta mucho después. Tu fuero interno ‘sabe’ que todo ‘pasa por algo’ y que esa cosa por la cual te estás cagando en la puta hoy mañana a lo mejor es el inicio de ‘una vida mejor’ o cualquier mariconada por el estilo.

Pero no, esto es una tontería. En mi casa siempre hemos sido unos loser. No vamos presumiendo de ello, pero tampoco lo vamos a ocultar. No iba yo a llegar ahí y de un día para otro PETARLO en cualquier disciplina y joder tan impecable trayectoria familiar, pasando del sector agrario al sector servicios en un par de generaciones pero con una movilidad mental y aspiracional descendente de cojones.

Sobre todo es la sensación que ya no sé si es de retorno eterno o simplemente de inmovilismo, de la mierda de zapatillas de casa del Primark y de días enteros saliendo del piso sólo para bajar la basura y poco más. Y todo esto entremezclado con épocas que empiezan un día al azar y que marcan meses enteros yendo a casa sólo para dormir y a veces ni eso. El mareo. El zigzag del todo o nada. No es como volver a la adolescencia, es como no haber salido nunca, como cuestionarte todo el rato si te comportaste y si te pasaron cosas de adulto alguna vez. Y no, no echo de menos lo que tenía con 17 años, porque no tenía nada. Pero sí echo de menos lo bien que ese no tener nada –sobre todo no tener expectativas muy claras, vamos, como ahora- me hacía sentir. Ahora no, ahora si no tienes claro a dónde quieres llegar ya vendrá algún gilipollas a depositar sobre tus hombro la losa de la culpabilidad, descuida. Los titulares de este año son relativamente rápidos: estabilidad tendente a empeoramiento en el campo personal, darwinismo amistoso, y la nada más absoluta, de la que confortablemente disfruto en mi colchón familiar que es de estos malérrimos, de espuma, muy de posguerra, en el terreno profesional. Y bloqueo de Alberto Garzón en Twitter, que todavía sigo en fase de duelo. Ya no sé distinguir si las cosas son simplemente malas o es sólo que nada ocurre, o si es todo junto y que el hecho de que no pasa nada constituye un mal en sí mismo. No sé.

mamarrachada

Pero este año de mierda también ha tenido momentitos guays: por ejemplo, por fin tuve tiempo para leer ‘The Complete Polysyllabic Spree’, de Nick Hornby. El fragmento de arriba lo tengo subrayado en el libro por dos razones. La primera,  porque la lectura del libro de Hornby vino justo después de leer ‘The first man’ de Camus, que fue uno de esos clásicos que “me mató” pero que “como es un clásico tienes que leerlo” (no sé dónde pone eso, pero el caso es que ‘hay algo’ que nos hace vivir pensando que sí). La otra razón es que ese fragmento tiene algo que ver con la actitud ante el cambio de año: algo así como que si no te gusta 2012, déjalo y pasa a 2013. Sigue jugando. Llevamos jugando desde 2009 aproximadamente, pero hay que seguir.

También sigo adelante en leerme TODO de Marsé (el prólogo de Alicia Giménez Bartlett de ‘Si te dicen que caí’ es delicioso) y de Welsh, y como algo me dice que todavía pasará mucho tiempo hasta que encuentre un trabajo, es posible que en 2013 acabe con ellos. Tampoco hasta este año había sido consciente de lo bien que estoy cuando paso el verano en ese pueblo en medio de la nada de Irlanda, incluso aunque a veces trabaje más de sesenta horas a la semana. Por la sencilla razón de que cuando la jornada se acaba, se acaba, no hay trabajo para llevar a casa y hay menos de dos minutos andando entre mi casa y el curro, entre otras cuestiones. Y por esto también. Y porque todos los que estamos allí y venimos de otros sitios tenemos un extraño sentido de comunidad basado en huir de algo o escondernos de algo. Y ha sido este año cuando me he dado cuenta de que eso une muchísimo. Y bueno, un par o tres de borracheras memorables, en especial aquella que se gestó durante el Portugal-Alemania (o Alemania-Portugal, no sé) de la Eurocopa y que validan nuestra más que adorada tesis de que el mejor pedo es el que no se planifica. También ha habido un par de buenas canciones. Contadas. Una y dos. Tal cual. Bueno, aunque olvidaba que muchas mañanas he salido de la cama con esto.

Estos tres últimos meses, y en particular este último, han sido especialmente mierdosos. Y eso que han sido los meses en los que he *viajado* un poco (lección aprendida: viajar no arregla tus problemas, sólo los aplaza. Poner muchas chinchechitas en TripAdvisor tampoco te hace más guay ni más sabio, sólo nos indica que te has gastado más pasta en viajes, porque para conocer los sitios hay que vivir en ellos, no sólo visitarlos). Bueno, pues A PESAR DE TODO ESTO, de este hastío, de este estancamiento, sólo una petición para 2013: salud para seguir aguantando.

Aunque yo sé que las cosas mejorarán. Y seguramente mejorarán cuando deje de pensar en ellas.

One response to “Otro año de mierda

  1. Bueno. Pues leyendote especialmente esta entrada. Estamos igual majita, pero igual. Esa especie de estar cansado antes de empezar. Y esa sensacion de que estas haciendo las mismas cosas que con 18 años (tomarte un cafe ne los mismos sitios, pasearla por los mismos lugares…etc)

    2013 es el año. y ya

  2. De tuiteo en tuiteo, he llegado a este blog con fondo de color dudoso. En la última hora me he aplicado a leer compulsivamente cada una de tus entradas. No es que te entienda. Es como si hubiera tenido un esbozo difuso e intenso de cada uno de tus postsen la cabeza. Tú has tenido el arresto, o el talento, o la capacidad de concentración mínima, o el chandal adecuado, para plasmarlas. Así, a quemarropa. Con cada palabra y cada, artículo determinado y cada imprecación donde corresponde. Nailin’

    Bueno, me has puesto mostaza en el chichi antes del orgasmo con lo de “El primer hombre” de Camus, libro del cual todavía tengo subrayados párrafos enteros. Pero pa gustos los colores, y blabla. Para mí leer es quizá la única actividad del mundo en que no me reprim ni me pongo cortapisas, y si me dices que te gusta leer a Corín Tellado bebiendo Four Roses, pues bendita seas.

    Probablemente no te solucione la vida, ni siquiera te alegre la noche, pero grandísimo trabajo en este blog sin propósito claro. Yo creo que puedes llegar adonde quieras, aunque no quieras que sea lejos, al Norte, al sur, a la cama de Paulo Coelho o al horócopo de Esperanza Gracia, o a la felicidad incluso. Alguien que cita a Hornby puede llegar a ser moderadamente feliz ni perder nunca la lucidez.
    María

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *