Divinos. Y muy humanos

En Domingos en Chándal sentimos una profunda atracción por ese tipo de personajes que, digámoslo así, joden voluntariamente su vida a pesar de tener todo el potencial para haber resultado quizá no admirables pero sí respetables, que no es lo mismo que respetados. Las Inés Alcántara de la vida sois más que queridas en este blog.

El otro día compré en el quiosco un librito editado por Marca en la serie Genios del Balón, en concreto el dedicado a George Best. Lo primero que llamó mi atención es que algo editado por Marca no fuera una mierda. Lo segundo, que el porcentaje de fotos y texto que el ejemplar dedica a la vida personal del ‘siete’ del Manchester United es bastante superior al que se ocupa de su carrera futbolística, con lo cual lo de ‘genios del balón’ es para cogerlo con papel de fumar. Las parrafadas que dedica al anecdotario personal de juergas, alcohol y mujeres no son precisamente cortas. Sirva como ejemplo la siguiente:

“En los años sucesivos se sucedieron las borracheras, las desgracias, las apariciones televisivas y los amoríos. Volvió a casarse con Alex Pursey, su enésima rubia despampanante, que era 26 años más joven que él y que trabajaba como azafata y modelo. No desaprovechó ninguna oportunidad para declararle su amor en televisión, pero lo que George adoraba de verdad era el alcohol. Una mañana se lo encontraron durmiendo en un banco del parque de Battersea. Le llevaron al hospital y los resultados de sus análisis fueron catastróficos. Su hígado, atrofiado, solo funcionaba al 20 por ciento. Ni siquiera el trasplante logró aplacar la sed de George, desatando una airada polémica en Inglaterra: ¿para qué donar un hígado sano a alguien que no lo utilizará correctamente? Alex acudió a los platós televisivos a desahogarse y destapar la cara oscura de su marido: maltrato, insultos y violencia (remember Raquel Bollo/Chiquetete)”.

Los subrayados y las cositas entre paréntesis son míos. Enseguida entenderán por qué.

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Pues Lequio y Mar Flores posaron tal que así y luego salió en la portada de Interviú. Pero claro, era España.

Segundo elemento que nos interesa: ya antes Jot Down, en su ímpetu de gafapastizar el fútbol, publicó este ladrillo artículo, cuyo título incide en lo que ha pasado a ser más relevante en la biografía de Best, que no es haber sido Balón de Oro o haber ganado una Copa de Europa, sino morir como alcohólico (o ser un sediento implacable, que el alcoholismo de Best no puede ser asimilado al del mendigo de debajo de tu casa), algo no demasiado extraordinario siendo norirlandés, sino casi una norma. Y el tío debía de ser muy importante, porque alguna de las fotos es en color y todo.

Tercera y última cosa de utilidad para este pseudoanálisis (nosotros no optamos al premio Bitácoras, y por lo tanto consideramos que lo que hacemos no tiene demasiada importancia): la siguiente frase en esta entrevista al DirCom (¿quién mierda inventa estos cargos?) de la susodicha Jot Down, en la que muy solemne afirma:

«Son los propios redactores los que los proponen y la dirección decide si es o no publicable, si cabe en Jot Down -siempre y cuando, por supuesto, pase el filtro mínimo de calidad, independientemente de la temática-. La norma inquebrantable es no publicar nada que tenga que ver con la prensa del corazón, huir del amarillismo».

El subrayado, de nuevo, es mío.

De acuerdo. Unan esta bonita declaración de intenciones a una de las citas de Best que se recogen en el artículo de JD mencionado arriba: “Yo fui quien sacó el fútbol de las páginas traseras de los periódicos y lo llevó a la primera página”. Lo que el redactor parece querer obviar fue que George Best quizá no llevó el fútbol a las portadas. Lo que hizo fue llevarse a sí mismo. Y a menudo por cosas que poco tenían que ver con el fútbol.

Por último, insistamos en esa manía de engolarlo todo cuando hablamos de ‘leyendas’. Lean:

“Esto es, aquellos en cuyo fútbol se delata el poso del barro de las calles. Aquellos que se mueven guiados por una improvisación afilada a fuerza de esquivar latas y pedruscos. Una inspiración cuya heterodoxia —a menudo imperfecta en la forma, pero siempre bella en el fondo— escapa a los métodos regulados de cualquier formador de infantiles y cadetes” . Traducción: LO MISMO QUE HACÍA TU PADRE EN SU PUEBLO DE LA MESETA CUANDO TENÍA 15 AÑOS, PERO EH. QUE ES GEORGE BEST.

Metemos todo esto en una coctelera y una serie de preguntas me vienen a la mente: ¿acaso la vida de George Best, ya desde el morbo que genera el haber nacido en una sociedad polarizada como la norirlandesa no está llena de amarillismo hasta el final? ¿Acaso George Best no renunció a ser el mejor muy pronto? Entonces, si los elementos por los que básicamente lo convertimos –a mi juicio de un modo algo inmerecido- en un ‘genio’ y en una ‘leyenda’ (alcohol, fiestas, etc, porque convendremos que el fútbol quedó en un segundo plano muchísimo tiempo atrás), son también constantes en la vida de personas como… Carmina Ordóñez, ¿por qué George Best puede salir en Jot Down (definitivamente salió MUCHÍSIMO en The Sun) y ella no?

Primero, comparemos muy sucintamente ambas biografías:

GB: Nace en Belfast en el seno de una familia protestante. A los 17 años es fichado por el ManU. Gana dos ligas, una copa de Europa y un Balón de Oro. Se casa dos veces, tiene un hijo. A los 28 años aproximadamente empieza a arrastrarse por patatales varios de los Estates, Escocia y la Tercera División inglesa. Se folla a miles de tías rubias y se vuelve alcohólico. Su mujer lo denuncia en televisión por malos tratos. Llega a vender su propio Balón de Oro por 255.000 euros. Muere por una infección pulmonar y termina siendo leyenda: uno de los aeropuertos de Belfast lleva su nombre, también un avión e incluso el Banco del Ulster hace una serie de billetes de 5 libras con su cara. Su funeral es multitudinario. Fin.

CO: Nace en Sevilla en el seno de una familia acomodada y vinculada al mundo del toro. De pequeña asiste al Liceo Francés. Se casa tres veces con un torero –se marcha del hogar familiar con 17 años, igualito que vosotros, vamos-, un músico –con el que vive una larga temporada en Marruecos- y un bailaor –que la maltrata-. Tiene tres hijos. Muy devota, no se pierde ni un año la romería del Rocío. Batalla con Isabel Pantoja por la herencia de Paquirri. Es adicta a las benzodiacepinas, algo que cuenta con frecuencia en televisión. Coquetea con la cocaína. Sus hijos intentan desesperadamente que supere sus adicciones. Cuando parece ir encauzando su vida, muere “por una caída en la bañera”. Fin

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¿Es esta foto muy distinta a la de arriba? Yo diría que no.

Con una biografía llena de sombras más o menos similares en lo que a vida disoluta y amoríos se refiere, mi hipótesis es que la vida de Carmen Ordóñez se ridiculiza mientras que la de Best se engrandece por dos razones muy simples: ella es española, y para más inri, mujer. Las debilidades son convertidas en los relatos que hombres hacen de otros hombres en fortalezas –probablemente para excusar algunos pecadillos propios del género-, mientras que las mujeres que no son muy distintas de esos primeros hombres (vamos, que son unas vividoras) son sistemáticamente criticadas.

La justificación de las juergas, el alcohol, las drogas y las mujeres en un hombre, y más si es un “profesional” del deporte, siempre va envuelta en un halo de misticismo, de heroicidad y de inconformismo, de desafío a no sé qué cojones de poderes establecidos. Como si comprar whisky o prostitutas fuese muy antisistema. Nunca encontraremos esto cuando se hable de una mujer a no ser que se dedique a profesiones muy determinadas como la música o el cine. Otra cosa que une a ambos personajes es el desafío a lo que inicialmente podía ser considerado un escaso poder de maniobra. Tu posición en la Belfast bipolar está determinada desde el nacimiento. Lo mismo que lo está el de una mujer hija y esposa de toreros (de la que, recordemos, lo último que se espera en los 70 es que se divorcie. Eso sí es desafiar estructuras). Ambos lucharon contra este determinismo.  En el caso de Best, esto es frecuentemente alabado y tenido en cuenta. En el de Ordóñez poco importa. Un intelectual siempre mitificará el entorno opresor de Belfast, como si Rentería en los 80 jamás hubiera existido. Porque claro, Rentería está –de momento- en España. Y España es una mierda.

En fin, si Carmina Ordóñez se hubiera ido a vivir a Marruecos no por amor, sino después de haber grabado un disco y se hubiera empapizado de drogas en el Primavera Sound en vez de en El Rocío, y si nos hubiera contado todo eso en el puto Rockdelux en vez de en Lecturas, sería poco menos que una rebelde. A lo mejor los tineiyers tremendamente hostiables de los 90 a los que les gustaba Nirvana hasta tendrían un póster de ella en la pared de su habitación. Pero no, claro. Ella era una juerguista como Best, pero en un entorno español-caspa, nacida además en una familia privilegiada. Y mujer. Eso el público, y los hombres en particular –sí, los mismos hombres que luego todos vemos leyendo el Pronto en la playa-, no lo perdonan, lo consideran menor. Si hubiera sido Freddy Mercury el que se hubiera lavado los pies con Coca-Cola tengan clarísimo que ‘la chispa de la vida’ habría sacado una edición limitada de tan magnánimo momento.

Quizá el grado de admiración que pueden suscitar por igual ambos personajes –insisto en ese ‘por igual’-, resida en que 1) No se dedicaron a ser alguien que no eran 2) No fueron exactamente lo que se esperaba de ellos 3) Siempre tuvieron como prioridad ser felices, aunque fuera durante unos instantes, e incluso cuando eso resultara en el mayor de los desórdenes y 4) Hicieron lo que les dio la gana. Cosa que no todos se atreven a hacer.

Podéis hacerlo todo lo sofisticado que queráis, pero Best, de seguir vivo, podría haber terminado siendo un Jimmy Giménez Arnau de la vida comentando algún reality en Channel 4. Pero sí, es abyecta esa mitificación de la banalidad cuando ésta viene del lado del hombre mientras que cuando las ligerezas se dan en el lado femenino suscitan el más absoluto desprecio. Suerte –para vosotros- que Best muriera y os sirviera como justificación –baratísima- de vuestras ínfulas literarias. Él ya aconsejó en el lecho de muerte: “No seáis como yo”.

Carmen Ordóñez pasará a la historia como una mujer, española, rociera, machista y yonki. Best, como hombre y extranjero, tendrá el privilegio de que una Copa de Europa borre todo su debe y de que su alcoholismo sea ‘sólo’ una enfermedad, un accidente.

PD: Mongorreplies recordándonos ‘la finta’ are welcome.

One response to “Divinos. Y muy humanos

  1. Nah, la mayoría de tios de mi edad ni saben quién mierda era carmina, y los viejunos seguramente dirían que tenía un buen polvo en su tiempo.
    Son las tias las que compran las mierdirevistas del corazon y las que ven la basura que se alimenta de gente como la tipa esta, no es machismo, o no es machismo de tio, es, si quieres, machismo de tia, marujería pura y dura.

    En serio, el nivel de lo mucho que nos la sopla que alguien haga lo que carmina hacia es infinito comparado con la cantidad de mierda que meten las mujeres al respecto.
    Eso no quita que un tio random tienda a decir “ole sus cojones, claro que si campeón” al ver el panorama de Best, que puede que sea un poco tu point desde el lado masculino.

    No se si me explico.

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